Un grupo de ministros de Brasil, Alemania, España y Sudáfrica propuso implementar a nivel global un impuesto a las personas más ricas del planeta.
Bajo la premisa de la justicia social, publicaron una columna de opinión en el diario español El País donde se manifestaron a favor de la aplicación, de manera coordinada, de un gravamen mínimo global sobre los multimillonarios.
El artículo, titulado “Impuestos a los superricos: Una nueva agenda para luchar contra la desigualdad a nivel mundial”, advierte que para dar respuesta a los diferentes problemas de la actualidad como la descarbonización, la erradicación de la pobreza y el desarrollo sostenible, primero se debe atacar a la desigualdad.
La nota lleva la firma de Svenja Schulze (ministra de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania), Fernando Haddad (ministro de Finanzas de Brasil), Enoch Godongwana (ministro de Finanzas de Sudáfrica), María Jesús Montero (vicepresidenta primera y ministra de Hacienda de España) y Carlos Cuerpo (ministro de Economía, Comercio y Empresa de España).
Allí advierten que de cara al futuro “las actuales tendencias económicas mundiales plantean serias amenazas al avance hacia una mayor igualdad” dado que la desigualdad de oportunidades ha demostrado que “se transmite de generación en generación”.
La persistencia de la desigualdad a nivel global “perjudica el desarrollo económico porque inhibe la innovación e impide que las personas desarrollen todo su potencial”, afirmaron los ministros, y añadieron que termina siendo “corrosiva” para la democracia porque afecta la cohesión social.
La concatenación de efectos negativos que genera la desigualdad en la sociedad hace que haya cada vez menos apoyo para determinadas reformas estructurales, como el combate al cambio climático, indicaron.
Los ministros afirmaron que, pese a la realidad actual, cada vez “hay más conciencia mundial” sobre el crecimiento equitativo y sostenible. “Aumentar la prosperidad mientras se lucha contra la desigualdad dentro de cada país y entre países y generaciones, incluidas las arraigadas desigualdades raciales y de género, no debería de ser incompatible”, remarcaron.
“Ante esta situación, Brasil ha hecho de la lucha contra la pobreza y la desigualdad una prioridad de su presidencia del G20, una prioridad que también persigue la política de desarrollo alemana y que España ha abordado ambiciosamente tanto a nivel nacional como mundial. Al destinar dos tercios del gasto total a servicios sociales y apoyo a los salarios, además de calibrar la administración de la política tributaria, Sudáfrica sigue teniendo como objetivo un programa fiscal y tributario progresivo que haga frente al legado de desigualdad de renta y riqueza del país”, resaltaron.
Es por eso que pidieron a la comunidad internacional que de una vez por todas “se tome en serio la lucha contra la desigualdad y la financiación de los bienes públicos globales” mediante la implementación de política tributaria progresiva. “Una contribución justa aumenta el bienestar social”, aseguraron.
“Teniendo en cuenta precisamente estos objetivos, Brasil llevó por primera vez a la mesa de negociaciones de las principales economías del mundo una propuesta de impuesto mínimo global a los multimillonarios”, señalaron, el cual propone un gravamen mínimo del 2% de la riqueza de unos 3.000 multimillonarios.
Al explicar su implementación, indicaron que no se aplicaría “a los multimillonarios que ya contribuyen una parte justa en el impuesto sobre la renta. Sin embargo, aquellos que consigan eludir el pago del impuesto sobre la renta se verían obligados a contribuir más al bien común”.
Su aplicación permitiría, según dijeron, mejorar “la capacidad de nuestros sistemas tributarios para cumplir el principio de equidad, de forma que las contribuciones se ajusten a la capacidad de pago”. Actualmente, los multimillonarios de todo el mundo sólo pagan el equivalente de hasta el 0,5% de su riqueza en concepto de impuesto sobre la renta.
“Un gravamen mínimo mundial coordinado sobre los multimillonarios constituiría un paso significativo en esta dirección”, afirmaron los ministros, dado que permitiría impulsar la justicia social “y aumentaría la confianza en la eficacia de la redistribución fiscal”. Todo ello redundaría en mejor servicio educativo, sanitario, en infraestructura y en medio ambiente.
Según señalaron, un impuesto de este tipo “desbloquearía potencialmente unos ingresos fiscales adicionales de 250.000 millones de dólares al año en todo el mundo”, es decir, el equivalente a lo que se pierde por daños causados por fenómenos meteorológicos anualmente.
Debido a que los multimillonarios podrían encontrar mecanismos para eludir el pago de dicho tributo trasladando su riqueza a jurisdicciones de baja tributación, los ministros pidieron que el gravamen a los súper ricos figure “en la agenda del G20” y que sea un tema de “cooperación internacional” para que logre eficacia.
Por último, remarcaron que luchar contra la desigualdad “requiere un compromiso político, un compromiso con los objetivos de una cooperación fiscal internacional inclusiva, justa y eficaz”.