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En el marco del Día Mundial contra el Cáncer de Mama, una fecha clave impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), se subraya la urgencia de priorizar la prevención activa sobre los factores inmutables. A pesar de la creencia extendida, la predisposición hereditaria es responsable de un porcentaje muy marginal de los diagnósticos.


Según un reciente análisis de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), solo una fracción menor, estimada entre el 5% y el 10% de los casos, se atribuye a anomalías genéticas específicas (como las mutaciones en los genes BRCA1 o BRCA2). Esta revelación desmonta el mito de la inevitabilidad, incluso para aquellas personas con antecedentes familiares directos.

La Dra. Inés Díaz, ginecóloga del CMC de Santiago del Estero, enfatiza este punto: "Existe el mito de que la enfermedad es ineludible cuando hay un precedente familiar directo.

Por el contrario, casi la mitad de los casos (hasta un 50%) podría evitarse si se adoptaran mejores costumbres diarias, lo que sitúa a la prevención en el centro de la estrategia".
El cáncer de mama sigue siendo la principal causa de mortalidad oncológica en mujeres a nivel global, con aproximadamente 670,000 decesos anuales. Por ello, el foco debe trasladarse a los factores de riesgo modificables que están al alcance de cada individuo.

Claves para minimizar el riesgo de Cáncer de Mama

La evidencia científica indica que la modificación de ciertos hábitos cotidianos puede tener un impacto significativo en la disminución de la incidencia de esta patología:

·Peso corporal óptimo: El exceso de peso y la obesidad son determinantes. Expertos sugieren que el mantenimiento de una masa corporal saludable, combinado con el incremento de la actividad física, podría prevenir hasta el 20% de los diagnósticos.

·Movimiento constante: La inactividad física eleva considerablemente el peligro, pero un régimen de ejercicio regular (como caminar, trotar o entrenamiento de fuerza) lo reduce drásticamente, con estimaciones que varían entre el 25% y el 40% menos de riesgo.

·Moderación en el consumo de alcohol: La reducción o supresión del uso nocivo de bebidas alcohólicas podría evitar alrededor del 14% de los nuevos casos.

·Dieta balanceada: Una ingesta baja en frutas y vegetales, y alta en grasas saturadas, se vincula con un mayor riesgo. Optar por una nutrición rica en fibra y micronutrientes es una medida protectora esencial.

La detección precoz, un pilar indispensable

Aunque el compromiso con un estilo de vida sano es vital, la Dra. Díaz subraya que la identificación oportuna de la enfermedad funciona como un complemento fundamental.

La rutina de chequeos regulares, el autoexamen mamario consciente y la realización de mamografías en los intervalos sugeridos por los protocolos médicos, permiten identificar la enfermedad en sus estadios iniciales. Cuando se detecta tempranamente, la tasa de éxito terapéutico es notablemente superior, requiriendo tratamientos menos invasivos y mejorando la calidad de vida de las pacientes a largo plazo.

En este Día Internacional, el llamado es a la acción colectiva e individual: la prevención salva vidas. Mientras la medicina avanza en tratamientos, la decisión personal de adoptar costumbres saludables puede evitar miles de diagnósticos cada año.