Al cabo de una década, la combinación de las exportaciones de petróleo y la reducción de las importaciones de gas mejoró significativamente la balanza comercial energética de Argentina que podría reducirse a casi cero en 2023 con inéditas proyecciones de exportación, cercanas a US$ 25.000 millones en los próximos 5 años.
Por Ignacio Ortiz
El acuerdo de asociación que firmaron YPF y la estadounidense Chevrón el 16 de julio de 2013, del que este domingo se cumplen 10 años, es reconocido hactualmente por la industria como fundacional del desarrollo que en la actualidad registran los recursos no convencionales de Vaca Muerta, al ser el primer emprendimiento exploratorio de gran magnitud en la cuenca neuquina, con miles de millones de dólares de inversión.
Aquel día, el entonces presidente de YPF, Miguel Galuccio, y Alí Moshiri, CEO de Chevron para América latina y África, firmaron el acuerdo para la primera campaña exploratoria de gran magnitud que se encaraba en la formación neuquina y que se convirtió en referencia del no convencional argentino.
El desarrollo de la formación comenzó a ser guiado, desde entonces, por una compañía que apenas un año atrás, en mayo de 2012, pasaba a ser nuevamente la petrolera de bandera a partir de la decisión del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner de renacionalizar la compañía con la expropiación de las acciones en poder de Repsol.
Una década después de aquel desembolso inicial de US$ 1.000 millones que realizó Chevrón, al que siguieron montos que en Vaca Muerta elevaron las inversiones por encima de los US$ 25.000 millones y 2.000 pozos perforados, el crecimiento de la producción en la cuenca neuquina crece año a año y todo indica se acelerará a lo largo de la próxima década.
Es que el primer impulso de Vaca Muerta trajo crecimiento, desarrollo y otras multinacionales se vieron motivadas para acelerar sus proyectos, lo que contribuyó a pasar de una mentalidad de escasez a una de abundancia, con la gran oportunidad de convertir al país en exportador neto de energía.
En esa línea de trabajo y de asociación estratégica, en los años siguientes se sumarían acuerdos con jugadores globales como Petronas, Equino, Total, Wintershall, Shell y Exxon, entre otras, lo que permitió acelerar el ritmo de inversiones y desarrollo de numerosos bloques hoy productivos.
El acuerdo YPF-Chevron, que se alcanzó luego de más de 10 meses de negociaciones, promovía la explotación de un cluster de petróleo no convencional en la formación Vaca Muerta, con la perforación de más de cien pozos en el primer año y una inversión en torno a los U$S 1.500 millones.
El compromiso de Chevron fue aportar el capital y el conocimiento profesional de una petrolera global que podía acelerar el aprendizaje de la industria local de hidrocarburos con equipos y técnicas apropiadas para la producción de recursos no convencionales a raíz de su participación en formaciones similares de Estados Unidos.
Esto dio lugar a la puesta en marcha de un área insignia como Loma Campana, el área no convencional más productiva fuera de América del Norte, que marcó el camino del conocimiento de la roca madre, lo que la industria define como el "deriskeo", y cuyo aprendizaje se fue extendiendo a la mayoría de las operaciones actuales.