La madrugada del 4 de abril, la tranquila localidad de Pozo del Molle fue escenario de un atroz crimen que conmocionó a sus habitantes. El médico Oscar Tavella, de 65 años, fue asesinado de 63 puñaladas en su propio hogar. El principal sospechoso y único detenido por el brutal hecho es su hijo, Joaquín Tavella, de 34 años.
Según la investigación a cargo del fiscal René Bosio, de Villa María, el ataque fue "planificado de manera milimétrica". El fiscal sostiene que el agresor actuó con plena conciencia de sus actos y que "sabía cómo iba a matar a su padre". Joaquín Tavella había viajado desde Córdoba capital hasta la vivienda familiar, utilizando una supuesta urgencia médica como engaño para que un taxista lo llevara hasta allí.
El caso se encuentra en su fase final, y solo resta una pericia psiquiátrica para determinar si el acusado es o no imputable. Sin embargo, para el fiscal Bosio, las pruebas ya sugieren que el imputado comprendía perfectamente lo que hacía al momento del crimen.
Cuando la policía llegó al lugar, alertada por la desesperada llamada de la madre del acusado a los Bomberos Voluntarios, encontraron a Joaquín Tavella sentado en la vereda. Dentro de la casa, el cuerpo de Oscar Tavella yacía sin vida. La autopsia reveló que algunas de las heridas fueron infligidas post mortem.
Se supo que el acusado contaba con antecedentes de violencia familiar y problemas de adicciones, lo que había derivado en una orden de restricción de acercamiento a su familia. A pesar de esta medida, logró llegar hasta el domicilio. Desde su detención, Joaquín Tavella permanece alojado en el penal de Bouwer, imputado por homicidio calificado.
Para la Fiscalía, el crimen está prácticamente esclarecido, y se espera que la pericia psiquiátrica final confirme las conclusiones que ya arrojan las demás pruebas reunidas en el expediente.