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Por Rubén "Conejo" López


Hola, les comparto otro de los 78 capítulos del libro DALE CUTRAL CONTAME OTRA HISTORIA. Esta vez el relato y alguna de las fotografías que lo ilustran de nuestra querida vecina "La COLO".

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SUSANA BEATRIZ DOMÍNGUEZ

Recuerdos…

Soy Susana Beatriz Domínguez, nacida en Plaza Huincul, hija de un trabajador de YPF, Juan Carlos Domínguez y de María Delia Di Paolo, hija de Francisco Di Paolo, quien pusiera la primera usina en Cutral-Có.

En mi niñez viví con mis padres en el Campamento N°1 de Plaza Huincul. Viajábamos en colectivo a Cutral Co a ver a mis abuelos, bajábamos en la esquina de Roca y Sarmiento donde años más tarde estuvo la confitería “Sayonara.. Desde allí caminábamos entre médanos que juntaba el viento soplando furioso, caminábamos medio agachados haciéndole frente. Hasta que llegábamos a la Usina donde estaba mi abuelo Francisco vigilando con los ruidosos o parado en el gran portón. Lo saludábamos y seguíamos hasta la casa donde estaban mi abuela María y mis tías mellizas…era un hogar acogedor…lleno de cariño.

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Algunas veces me dejaban quedarme a dormir con ellas, me llevaban al cine “Astral” a ver alguna película que se cortaba seguido y había que esperar que la repararan para verla. Luego volvíamos caminando, de noche el viento soplando y balanceando el único foco que había por cuadra, sostenido por un cable en diagonal de esquina a esquina que alumbraba para donde quería el viento. Los cardos rusos rodaban queriéndonos alcanzar y los perros que ladraban al vernos pasar…

Recuerdo las calles de tierra, vacías, casas alejadas unas de otras. El agua la repartía el aguatero que pasaba por las casas y les dejaba unos litros para cada familia (ellos eran nueve), así que se usaba primero para tomar, para cocinar y luego para lavarse, lavar ropa y sin desperdiciarla se la echaban a las plantas y mojaban trapos para refrescar las bebidas al viento. Tiempos difíciles pero todo se soportaba…

A la noche después de cenar mi abuelo contaba cuentos de la “luz mala” y aparecidos. Nos moríamos de miedo pero nos gustaba escuchar sus historias.
De vez en cuando en la noche se escuchaban tiros que venían del bar que estaba frente a la casa, producto de algunas riñas, y una vez se incrustó un tiro en la ventana, que por suerte era de buen grosor y allí quedó.

Tenían muchas gallinas y un gallo y siempre trataban de matar al zorro que venía de noche a comérselas.

La abuela hacía orejones, secándolos al sol, tallarines amasados y cortados a cuchillo, me encantaba verla cocinar para tantos y con tanta paciencia!

Todo se hacía manual en la casa, mis tías cosían vestidos, bordaban en una máquina Singer que habían traído de Azul, provincia de Buenos Aires donde nacieron.

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Los domingos se juntaba toda la familia…los abuelos, los tíos, los primos…éramos un montón. Mientras las mujeres hacían la comida, los varones empezaban con el copetín: salame, queso, aceitunas, mortadela, gancia o vermout. Terminábamos de comer retarde…

De vez en cuando venía un circo al pueblo, era todo un acontecimiento!

Recuerdo también las veredas de lajas que tenían algunos fósiles de ammonites…caracoles para nosotros.

Cuando cumplí 12 años mi papá dejó YPF y fuimos a vivir a Cutral-Có. Mis hermanos y yo estábamos felices, porque había más movimiento que en el campamento.

El pueblo avanzaba rápidamente, había más casas, más comercios, más escuelas. Empezamos la secundaria y yo tuve que ir a la Escuela Nacional de Comercio y mi hermano a la Escuela Industrial que compartían edificio en Plaza Huincul. Yo tomaba el colectivo al final de la calle Roca donde me esperaba mi amiga Marta, a veces volvíamos caminando.

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Después comenzaron los “asaltos” (así le decíamos a las fiestas en casas de familia). Muchas veces fueron en mi casa; las chicas traían comida y los varones bebidas, pero el motivo era bailar y divertirse. Mi mamá y mis tías nos “vigilaban” y cuando terminaba se ocupaba de llevar a las chicas a sus casas en nuestro Citroën 3cv.

Otro entretenimiento era ir caminando hasta el cerrito, hoy perdido entre las casas del barrio Parque Este. Era toda una aventura!... nos entreteníamos sanamente y éramos felices.

Cuando abrieron la confitería “Sayonara” fue el lugar de encuentro de comerciantes (a tomar un café en las mañanas), jóvenes que se reunían a charlar y divertirse..

Fueron épocas inolvidables que quedan en el recuerdo de muchos.

Y pasado el tiempo me casé con Carlos “Beto” Dupont, conseguimos una casa en el campo alejada unos cinco kilómetros de Cutral-Có, tuve hijos, me dediqué a criarlos mientras mi marido trabajaba de profesor en una escuela industrial y pasó el tiempo.

El vivir allí me hizo amar más la tierra donde vivía y recordar que mi padre me hizo amarla con su entusiasmo contagioso por ir al campo a comer un asado en la primera roca que sobre salía del paisaje o caminar por allí.

Y resulta que no estaba tan vacío como se veía…yo siempre curiosa encontraba fósiles, flechas, piedras hermosas. Todo me interesaba y me llevaba a buscar en los libros y aprender de todo. Cuando mis hijos fueron un poco más grandes yo empecé a trabajar en la docencia primaria. Los fines de semana salíamos en bicicletas hasta algún lugar cercano y otros que íbamos descubriendo. También dábamos vueltas en nuestro Citroën 3cv por los alrededores de Cutral-Có y Plaza Huincul recorriendo picadas y nuestros hijos también se iban haciendo amantes de la naturaleza. Todas las vacaciones íbamos en carpa a disfrutar con ellos.

Pasó el tiempo…cuando crecieron decidimos que quizás sería lindo hacer viajes en bicicletas solos. Nos entrenábamos por los caminos de tierra de los alrededores con una bolsa de arena para acostumbrarnos al peso que íbamos a llevar cuando viajáramos. Y así empezaron nuestras vacaciones en bicicleta por la cordillera neuquina. Mientras tanto un amigo nos acercó la espeleología (investigación de cavernas) y fue tan apasionante que lo hicimos durante veinte años.

El mundo de las cavernas nos atrapó, hacíamos las topografías, la biología estudios de sus aguas, etc.

Cuando no sabíamos algo invitábamos a un experto en el tema. No dejábamos de hacer nuestras vacaciones en bici, hasta que se nos ocurrió viajar en bicicletas hasta Ushuaia (Tierra del Fuego) pero como sólo teníamos dos meses por nuestro trabajo de docentes y no nos iba a alcanzar el dinero para tanto viaje, decidimos ir dando conferencias de Espeleología en la localidades más importantes del recorrido a cambio de alojamiento y comida.

Así que lo hicimos, pasábamos de comer galletitas con pate y fideos a la noche, cuando parábamos a acampar, durante unos días hasta que llegábamos al lugar donde daríamos la conferencia y allí comíamos como para cargar energías y poder seguir viaje. Recorrimos nuestra hermosa Patagonia extensa y bella, que ya conocíamos en nuestros viajes con nuestros hijos en el Citroën y en una vieja camioneta Ford que tuvimos después. Pero el hecho de hacerlo en bicicletas nos hizo conocer cada metro del recorrido…ya que cuando uno va en vehículo el paisaje pasa rápido, en bici uno tiene tiempo de verlo todo, parar, disfrutar…

Después de ese viaje hicimos otros al norte neuquino, donde ni siquiera había caminos, sólo huellas…otros viajes a pie recorriendo 400Km. en las montañas acompañados de un baqueano del que aprendimos tantas cosas… como por ejemplo para que sirve cada planta silvestre. Yo anotaba todo en mis libretas de viajes que me sirvieron mucho después para escribir un libro. Mi marido se encargaba de la logística de los viajes, mapas del recorrido, consultar con vialidad estado de rutas, etc. A mi marido le tuvieron que operar las caderas y le prohibieron seguir andando en bicicleta con carga…

Fue un duro golpe, yo pensé que nuestros días de aventura terminaban…pero…siempre hay solución. Compramos dos motos 125 a las que agregamos alforjas y las preparamos para viajar. Mi marido pudo andar perfectamente, sólo le bajó el apoyapié para ir con las piernas más estiradas. El problema era yo que no sabía andar en moto, no quería ir en la misma moto con él, la moto era muy pesada y sentada no llegaba al piso, cada vez que doblaba me caía…pero aprendí, a los golpes!...

Y volvimos a hacer vacaciones en moto y cuando ya la dominé volvimos a hacer el viaje hasta Ushuaia, esta vez “en moto”, y lo logramos!

Muchísimos viajes por los alrededores de Cutral Co y Plaza Huincul y toda nuestra provincia. Cuando me cansé de caerme y golpearme en la moto compramos un UTV (mezcla de arenero y cuatriciclo) usado con el que seguimos recorriendo, todo lo registrábamos en fotos y dibujos.

Pero nuestra primera pasión fue el arte. Mi marido profesor de bellas artes y yo autodidacta. En la soledad del campo vivíamos pintando, dibujando, grabando y haciendo cerámica. Obtuvimos unos cuantos premios en Salones de arte de todo el país.

Hasta el día de hoy seguimos, en cada viaje encontramos temas para dibujar, es parte de nuestras vidas. Aprendimos que el que quiere PUEDE!
Susana Beatriz Domínguez, junio de 2.020.-