Por Yamil Jara, estudiante de Periodismo y nuevos medios.
El Departamento Ñorquín, que abarca localidades como El Huecú, El Cholar, Taquimilán y Caviahue-Copahue, sufre una "asimetría indignante" en su desarrollo. La pavimentación pendiente de la Ruta 21, clave para el Corredor Bioceánico del Paso Pichachén, es el símbolo de una "deuda histórica" que frena el potencial y la inversión en la cabecera departamental y sus alrededores.
El Departamento Ñorquín, ubicado en el corazón del norte neuquino, es un territorio que encarna una doble realidad: está bendecido por el capital natural y cultural, pero castigado por la asimetría en la distribución de la inversión y el desarrollo.
Esta región, cuya cabecera es El Huecú e incluye a El Cholar, Taquimilán y el complejo Caviahue-Copahue, posee activos únicos en la provincia:
• Las termas de Copahue y su centro de esquí de renombre.
• El invalorable Patrimonio Cultural de las artes rupestres en El Huecú.
• El valor estratégico del Paso Internacional Pichachén, parte del Corredor Bioceánico.
La deuda de la Ruta 21 y la inercia política
La paradoja es indignante: localidades como El Huecú (fundada en 1940), El Cholar (con más de un siglo de existencia) y Taquimilán han visto cómo su potencial ha sido frenado por la inercia política. La infraestructura básica, esa que permite que la riqueza generada se distribuya y genere oportunidades, llega a cuentagotas.
El símbolo más claro de esta deuda histórica es la pavimentación de la Ruta Provincial 21. Esta vía no solo une Loncopué con la cabecera departamental y El Cholar, sino que las conecta directamente con el Paso Pichachén (a menos de 40 km), una pieza clave para la logística regional y nacional.
La conectividad no es un lujo, sino el eje del desarrollo. Sin una ruta asfaltada que garantice la transitabilidad todo el año, se desincentiva la inversión privada en las áreas de influencia y se impide que el turismo de salud y el ecoturismo cultural consoliden un circuito viable.
Las promesas de asfalto, que se reactivan por tramos después de décadas de postergación, significan que la zona sigue perdiendo competitividad frente a otros corredores viales, debilitando las economías locales que deberían florecer con el paso internacional y el turismo.
La asimetría como decisión política
La solución, argumenta el columnista, pasa por un cambio de visión en la gestión provincial: el crecimiento de Ñorquín no debe ser esporádico o concentrado solo en Caviahue, sino simultáneo y equitativo en todas sus localidades.
Es urgente que el Estado provincial ejecute un Plan de Conexión Real e Integral con plazos innegociables.
La asimetría es una decisión política, y la distribución pareja de la inversión es la única forma de que este tesoro de la cordillera alcance, finalmente, a sus pueblos.
El futuro del Departamento Ñorquín y sus comunidades depende de que la inversión pública deje de ser un parche y se convierta en una política de Estado que honre el valor estratégico y cultural de toda su geografía.