Las petroleras Shell y Puma Energy aplicaron un aumento promedio del 5% en el precio de sus naftas y otros combustibles en Argentina. La decisión responde directamente al incremento del valor internacional del petróleo, influenciado por la escalada de la guerra entre Israel e Irán, que ha generado una fuerte inestabilidad en el mercado energético global.
Mientras tanto, la mirada del mercado se centra en YPF, la petrolera estatal que ostenta cerca del 60% de participación en el sector. Hasta el momento, YPF no ha definido si replicará la suba, lo que podría marcar un antes y un después en el escenario de precios de los próximos días.
La tensión geopolítica en Medio Oriente ha tenido un impacto directo y significativo en el costo del crudo. Desde principios de junio, el barril de petróleo Brent, referencia para Argentina, experimentó un aumento superior al 20%, pasando de 63 a 76 dólares. Este incremento presiona considerablemente la estructura de costos de las empresas refinadoras que operan en el país.
Un ejecutivo de primera línea del sector explicó la delicada situación: "La volatilidad es muy alta y queremos ver cómo se desenvuelve el mercado en los próximos días. El atraso en los precios de los combustibles es de entre el 15% y el 18%, según su variedad". Este desfase, sumado al encarecimiento del crudo y un congelamiento parcial de precios, ha llevado a las compañías a una situación insostenible.
Aunque los aumentos mensuales venían siendo moderados, con incluso leves retrocesos en algunos períodos, un referente del sector advirtió que la situación actual es diferente. “A diferencia de los movimientos de precios a los que venimos acostumbrados (mensuales y con porcentajes relativamente bajos, al alza y a la baja), esta vez el aumento que habría que hacer es significativo, con un mínimo del 15%”, sentenció. La expectativa ahora reside en la decisión que tomará YPF y cómo impactará en el bolsillo de los consumidores.