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Millones de personas están atrincheradas en sus hogares, sobreviviendo a un calor sofocante prácticamente sin agua corriente ni electricidad. En todas partes hay escasez de alimentos, dinero, medicamentos y combustible.

Nuevos ataques aéreos tuvieron lugar en las proximidades de Jartum, capital de Sudán, donde los compromisos de los dos generales rivales en cuanto a la evacuación de los civiles de las zonas de combate y la prestación de asistencia humanitaria tardan en materializarse, a casi un mes del reinicio de los choques entre grupos militares y paramilitares.

Los emisarios del general Abdel Fatah al-Burhan, jefe del ejército, y de Mohamed Hamdan Daglo, comandante de los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), firmaron el jueves pasado en Yeda, Arabia Saudita, una "Declaración para la protección de los civiles en Sudán".

Este documento, negociado bajo mediación de Arabia Saudita y de Estados Unidos, prevé la creación de "pasos seguros" para permitir a los civiles abandonar las zonas de conflicto, así como la facilitación de la prestación de ayuda humanitaria.


Pero no menciona una tregua, sino solamente negociaciones futuras para un alto el fuego temporal, seguido de "debates ampliados para un cese permanente de las hostilidades", responsables de unas 750 muertes, 5.000 heridos y de más de 900.000 desplazados y refugiados en las últimas cuatro semanas.

Las conversaciones sobre la aplicación de este acuerdo deben reanudarse este fin de semana en Yeda, afirmó a la agencia de noticias AFP un alto responsable de la diplomacia saudita bajo anonimato. Destacó que la declaración era "un paso importante", aunque reconoció que el proceso aún se encontraba en una "etapa preliminar".

Desde el 15 de abril pasado, millones de sudaneses, principalmente en Jartum, están atrincherados en sus hogares, sobreviviendo a un calor sofocante prácticamente sin agua corriente ni electricidad. En todas partes hay escasez de alimentos, dinero, medicamentos y combustible.


El comienzo del conflicto
Al-Burhan es el dirigente de facto de Sudán desde el golpe de Estado del 25 de octubre de 2021 realizado junto a Daglo, en un momento en que ambos líderes militares unieron fuerzas para expulsar a los civiles que de forma interina y con una enorme fragilidad democrática llegaron al poder tras el derrocamiento en 2019 del dictador Omar al Bashir, al mando por 30 años.

Pero con el tiempo las tensiones entre ambos generales fueron creciendo, lo que derivó en los actuales combates. Los desacuerdos entre ambos bandos rivales se basan principalmente en el futuro de los paramilitares y su integración dentro de las Fuerzas Armadas.

Aunque el Ejército no rechaza su integración, quiere imponer sus condiciones y limitar su incorporación en el tiempo, pero los paramilitares exigen una amplia inclusión y, su líder quiere tener un puesto en el Estado Mayor.