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El ministro de Economía Luis Caputo "capotó" la economía durante la gestión Macri tras haber pedido u$s 54 mil millones de préstamo al FMI que convirtió a Argentina en el mayor deudor del organismo. Esa decisión provocó ácidos cuestionamientos de Javier MIlei que, ahora, ya tomó u$s 20 mil millones del FMI y ahora va por otros u$s 30 mil millones al FMI. La semejanza del monto final mete miedo.

Para pasarlo en limpio: desde la llegada de Javier Milei a la presidencia y Luis Caputo al Ministerio de Economía, la deuda pública argentina se incrementó en más de USD 35.463 millones, según datos del Instituto de Análisis de Gobierno (IAG). Y van por u$s 30 mi millones más.

La economía argentina cerró la semana más tensa desde el inicio del gobierno de Javier Milei, evidenciando el desmoronamiento de un modelo que, hasta hace poco, parecía inquebrantable para sus ideólogos. Mientras el Banco Central se desprendió de 1.110 millones de dólares en solo tres jornadas, la cotización oficial de la divisa superó los 1.500 pesos y el riesgo país escaló por encima de los 1.440 puntos. En el plano político, la confrontación constante y el ahogo financiero a las provincias han dejado al Gobierno en una profunda soledad, incapaz de defender sus propios vetos en el Congreso.

El fracaso de un modelo "delirante"

El programa económico, diseñado por el presidente Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo, con el objetivo de llegar a las elecciones de 2025, se encuentra en una situación crítica. Los mercados, que incluyen tanto a grandes inversores como a pequeños ahorristas, ya no creen en la sostenibilidad del esquema cambiario. La idea de un dólar estable, que en su momento permitió una "primavera" para la clase media y el florecimiento del carry trade, se ha desvanecido.

En otros gobiernos, hubo un plan "platita" distribuyendo pesos baratos y ahora se repartió "dólar barato", pero esa estrategia es carísima y, por supuesto, insostenible.

Este colapso, según la mayoría de los analistas, no se debe al "riesgo kuka" que el Gobierno atribuye a la oposición, sino a las propias inconsistencias del modelo. La crisis se precipitó tras un "error no forzado" del Gobierno: el caótico desarme de las LEFIs, que terminó con la frágil estabilidad lograda. A partir de ese momento, el dólar comenzó a subir imparable, obligando al Banco Central a vender las divisas que había pedido prestadas al FMI. La situación se volvió insostenible esta semana, con la caída de bonos y ADRs y una sangría de reservas que pone en jaque la capacidad del Estado para cumplir con sus vencimientos de deuda.

La debacle ha sido tan evidente que incluso exfuncionarios del propio Gobierno han salido a cuestionar el plan económico. Joaquín Cottani, exviceministro de Economía, calificó el programa como un conjunto de "delirios teóricos" de Milei que priorizan lo ideológico sobre la evidencia empírica. Cottani sostuvo que el sistema de bandas es un "invento" insostenible y advirtió que el plan solo es viable hasta las elecciones, ya que el déficit externo se agrava.

Por su parte, el economista Carlos Rodríguez, exjefe de asesores de Milei, sentenció que el equipo económico "manejó el país como si fuera una mesa de dinero", logrando una reducción de la inflación a costa del atraso cambiario, la acumulación de deuda y la pérdida de reservas. "Van a perder la plata del FMI, estamos en recesión y está volviendo la inflación. Se nota el miedo y están jugando con plata ajena", afirmó.

El drama de la soledad política

El fracaso económico ha tenido un eco directo en el ámbito político, donde el Gobierno se encuentra cada vez más aislado. La estrategia de confrontación constante y de desprecio hacia las provincias ha generado un vasto frente de oposición que incluye no solo al peronismo, sino también a aliados que hasta hace poco parecían incondicionales. La fantasía de una rápida acumulación de poder se desvaneció, especialmente después de las sucesivas derrotas en elecciones provinciales y el revés en la provincia de Buenos Aires, una elección que el propio presidente buscó nacionalizar.

El síntoma más claro de esta soledad se manifiesta en el Congreso. Esta semana, Diputados rechazó los vetos presidenciales al financiamiento universitario y a la emergencia en pediatría, mientras que en el Senado se cayó la ley de distribución de los ATN. En todos los casos, el rechazo superó holgadamente los dos tercios, demostrando la incapacidad del Gobierno para asegurar el apoyo mínimo necesario para sus iniciativas, incluso de legisladores que respondieron a alianzas electorales con La Libertad Avanza en sus distritos.

La política del "ajuste más grande de la historia", que recayó principalmente sobre provincias y municipios, ha sido vista como un acto de "defensa propia" por parte de los gobernadores, que han tenido que salir a cubrir la ausencia del Estado nacional en áreas como la obra pública, la salud y la educación.

Un futuro incierto y la "carta" de Trump

Con el esquema actual en claro colapso, los mercados y analistas ya no se preguntan si explotará, sino cuándo. Las consultoras barajan diferentes escenarios de salida, desde una flotación libre hasta una devaluación controlada. Todas las opciones, sin embargo, tienen un punto en común: un dólar más alto.

Ante este panorama, la única esperanza del Gobierno para sostener el status quo es un nuevo rescate financiero. Con el crédito del FMI agotado, la apuesta ahora es un préstamo directo del Tesoro de Estados Unidos. El Gobierno confía en la "cercanía ideológica" con el presidente Donald Trump para conseguir un salvavidas que le permita seguir adelante, aunque la viabilidad de esa ayuda dependerá de las prioridades de la propia administración estadounidense.

Mientras tanto, la crisis económica y el aislamiento político continúan profundizándose, consolidando una realidad en la que el "experimento libertario" se encuentra en su momento de mayor vulnerabilidad, navegando en un mar de incertidumbre y con los principales actores de la política y la economía dándole la espalda.