Hay quienes afirman que la salida de Sebastián Avila de la escena política de Plaza Huincul se relaciona directamente con el juego de poderes en el concejo deliberante. En definitiva, Rolo Figueroa a través del diálogo con el sindicato de Petrolero habría sido quien intervino a favor de que el dirigente de Petrolero de un paso al costado.
En concreto, la salida de Avila altera la relación en el Concejo donde el larracismo estaba 3-3 con el MPN y, llegado el caso, abajo con el voto de Fernando Doroschenco. No es que, la reemplazante de Avila se va a “cruzar” al bloque del larracismo, sino que hay más promesa de diálogo dado que las relaciones del dirigente de Petro con los seguidores de Claudio Larraza eran, como mínimo, tensas.
En definitiva, Larraza podría aspirar a un “deliberante más amigable” y saltar de alguna manera el “cepo” que le supone estar en minoría absoluta. En contrapartida, se debilita la oposición.
De todos modos, el intendente electo va a estar “enredado” en su debilidad de poder y deberá remar en aguas turbulentas: el 4-3 en el CD le da oxígeno, pero no es todo. Por caso, supongamos que al asumir encuentra que había algún concejal –u otro funcionario- con autos alquilados al municipio: ¿podrá denunciarlo sin recibir presiones sobre la gobernabilidad?.