Un inquietante hallazgo realizado por la Policía de Río de Janeiro durante una megaoperación contra el Comando Vermelho reaviva las alarmas sobre el tráfico de armamento militar argentino a organizaciones criminales internacionales. Entre el arsenal secuestrado en las favelas, los detectives brasileños incautaron un fusil FAL (Fusil Automático Liviano) que exhibe claramente el escudo y las inscripciones del Ejército Argentino.
El detective Vinicius Domingos, jefe de la Unidad de Coordinación de Inspección de Armas y Explosivos (CFAE) de la Policía Civil carioca, confirmó que el arma forma parte de las 118 piezas de fuego confiscadas a la facción, en lo que es una de las mayores incautaciones en la historia reciente del estado.
La conexión de Fray Luis Beltrán: una herida abierta de 14 años
La aparición de este fusil en Brasil intensifica una dolorosa hipótesis que ha perseguido a la justicia argentina durante más de una década: que armas de guerra robadas a las Fuerzas Armadas terminaron nutriendo el poder de fuego de los narcos.
Fuentes judiciales en Argentina sugieren que el fusil podría pertenecer al lote de 43 armas sustraídas hace 14 años del Batallón 603 de Fray Luis Beltrán, en Santa Fe, a solo 15 kilómetros de Rosario.
Aquel robo sigue siendo una causa sin resolver que ha tenido reincidencias en la región. Ya en febrero de 2011, un FAL con la inscripción del Ejército Argentino fue incautado en San Pablo en un operativo contra el Primer Comando Capital (PCC). Una semana después, el entonces jefe de Armamento del Batallón 603, sargento Hernán Diego Solís, se suicidó, un hecho que profundizó las sospechas de un encubrimiento o complicidad interna.
La triple frontera como arteria del tráfico
El fusil secuestrado ahora al Comando Vermelho no solo confirma la persistencia de esta problemática, sino que refuerza la hipótesis de la ruta del tráfico de guerra que ingresa a Brasil a través de la Triple Frontera.
Investigadores sostienen que el armamento, que incluye la marca de Fabricaciones Militares (FM), circula desde el robo inicial y pasa a engrosar el arsenal de las organizaciones criminales brasileñas y paraguayas, permitiéndoles mantener su dominio territorial con rifles, pistolas, miles de municiones y granadas de guerra.

 
											
	 
											
	 
											
	 
						 
						 
						 
											
	 
											
	 
						