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Argentina se mantiene en la categoría "standalone" o "mercado independiente" para Morgan Stanley, la calificación más baja que este influyente indicador global puede otorgar a un país. La decisión, anunciada este martes, representa un duro golpe para el plan económico del presidente Javier Milei, quien aspiraba a un ascenso a "mercado emergente" que ahora no se concretará este año, con una posible revisión recién en 2026.

Esta ratificación implica graves complicaciones para el Gobierno. A la dificultad para sumar reservas se suma el fracaso en la política diseñada para bajar el riesgo país, un factor clave para regresar a los mercados voluntarios de deuda y obtener los dólares necesarios.

La desconfianza de los inversores y el fracaso de la licitación de Bonte

El índice MSCI, de Morgan Stanley Capital International, es uno de los selectivos bursátiles con mayor cobertura mundial. La imagen que le devuelve Morgan Stanley al gobierno de Milei es la misma que refleja el riesgo país, estacionado en los 700 puntos. Para levantar la barrera impuesta por el mercado de capitales y acceder a financiamiento, Argentina necesita que este indicador caiga por debajo de los 450 puntos.

La desconfianza de los inversores se hizo evidente en la reciente licitación de una nueva emisión de Bonte. Este instrumento, que se suscribe en dólares pero se paga en pesos a tasas que duplican la inflación esperada, tuvo un primer tramo exitoso por USD 500 millones. Sin embargo, la segunda adjudicación fue frustrante: la Secretaría de Finanzas, conducida por Pablo Quirno, buscaba captar USD 3.000 millones, pero las ofertas apenas superaron los USD 800 millones.

Un desafío para el programa de Milei y el acuerdo con el FMI

Esta dificultad para tomar deuda en dólares impacta directamente en el programa económico de Milei y en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El Gobierno ha validado un único mecanismo para acumular reservas: resistirse a comprar divisas mientras el dólar no toque el piso de la banda, para mantenerlo planchado y evitar un salto de precios.

Para acreedores y economistas que amplifican sus intereses, esta "ancla cambiaria" es una medida heterodoxa que suscita profundas críticas. Entienden, al igual que el FMI, que el Gobierno debería haber capitalizado el "trimestre de oro" de la cosecha gruesa para engordar las reservas.

El Gobierno quedó muy lejos del objetivo de acumulación de reservas pactado con el Fondo, calculado en USD 4.500 millones al 13 de junio. Ahora, se espera que el FMI le otorgue un "waiver" (una excepción) para que, dos semanas después, apruebe la revisión y gire los USD 2.000 millones que el país necesita con urgencia. En este complejo contexto, el equipo económico recibió a la misión del FMI que desembarcó en el país este martes, en encuentros que se llevaron a cabo a puertas cerradas y bajo estricto hermetismo en el Palacio de Hacienda.