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(Foto gentileza)
La ciudad de Cipolletti se encuentra conmovida por la trágica muerte de dos hombres cuyos cuerpos fueron hallados en una casa incendiada en el barrio San Lorenzo. La conmoción se intensificó tras el giro inesperado de la investigación: las víctimas habrían sido apuñaladas, y el incendio posterior se habría iniciado de manera intencional por los atacantes. Los forenses deberán determinar ahora si las muertes se produjeron por las heridas de arma blanca o por el posterior siniestro.


La comunidad llora la pérdida de Aníbal Cuerda (54) y Pablo Davies (34), dos figuras recordadas por su calidez, aunque con realidades de vida muy distintas. Ambos, se presume, compartían un mismo espacio de residencia y una lucha en común contra las adicciones.


Aníbal Cuerda: El árbitro querido y el deportista de familia conocida

Aníbal Cuerda, apodado "El Negro," provenía de una familia tradicional de la ciudad que durante años estuvo al frente de una farmacia. En sus últimos años, residía en la vivienda de la calle Río Gallegos al 1.600, donde se especula que ofrecía alojamiento informal a personas sin techo o con dificultades para pernoctar, entre ellas, Pablo Davies.


Aníbal era recordado con enorme afecto por la comunidad deportiva. Fue un destacado jugador y apasionado hincha del Club Cipolletti en básquet. Su robusta presencia también se hacía notar en canchas de fútbol barriales.


Tras su retiro como jugador, se dedicó al arbitraje en la Liga Municipal de Veteranos, desde donde le dedicaron emotivas despedidas. Amigos y colegas destacaron su trato afable y su particular estilo para dirigir partidos:


·"Aníbal querido me voy a acordar siempre de tu manera de arbitrar y anécdotas jajaja nunca un árbitro violento siempre hablándote bien", escribió Maxi.

·Otros lo describieron como un "crack" y un "árbitro diferente", resaltando la "humildad y sencillez" que dejó como enseñanza al fútbol amateur.
Padre de dos hijos de diferentes parejas, Aníbal era conocido por su humor chispeante y su calidad como amigo.

Pablo Davies: La luz vulnerable y la soledad del barrio

Pablo Davies era una figura muy conocida en el barrio San Lorenzo. Los vecinos lo recuerdan como un joven carismático y conversador, al que a menudo veían con una pelota de básquet.

Su vida se desarrollaba buscando "changas," vendiendo bolsas o, en momentos de mayor necesidad, pidiendo comida con una "honestidad desarmante". En los veranos, viajaba a la costa para trabajar como vendedor ambulante, una forma persistente de insistirle a la vida.

Su muerte, repentina y brutal, ha dejado una herida profunda, especialmente en aquellos que compartían su camino y su lucha. Su figura reabre el debate sobre la soledad y la falta de apoyo que rodean a las personas que lidian con la pobreza y el consumo problemático, y sobre la "responsabilidad colectiva de no mirar para otro lado".

La tragedia unió fatalmente a Aníbal y Pablo, quienes compartían la misma casa y una lucha silenciosa contra las adicciones, un "hilo conductor que no pudieron cortar."