Un dramático proceso se desarrolla en los tribunales de Santa Fe, donde tres hermanos adolescentes –dos chicas de 15 años y un varón de 12– han iniciado un recurso legal para extirpar el apellido paterno de sus identidades y quedar inscriptos únicamente con el de su madre. Esta decisión sin precedentes surge a raíz de una grave denuncia penal por abuso sexual que pesa sobre su progenitor, Sergio G., de 65 años.
El tribunal de primera instancia ya había accedido al pedido de cambio de nombre, entendiendo el profundo daño emocional y la asociación negativa que el apellido les genera. Los jóvenes manifestaron a la Justicia que el nombre de su padre les resulta "sucio" y "doloroso", y que no desean que forme parte de su realidad.
Juicio penal en marcha: buscan 20 años de prisión
Coincidentemente con la acción civil por la identidad, se ha dado inicio al juicio oral y público contra Sergio G. El debate, que arrancó este miércoles –Día Mundial para la Prevención del Abuso Sexual de Niñas, Niños y Adolescentes–, se centra en el delito de abuso sexual gravemente ultrajante, calificado por el vínculo y la guarda, sumado a la promoción de la corrupción de menores. El acusado enfrenta una posible condena de dos décadas de reclusión.
La solicitud de modificación registral de los apellidos, impulsada por los abogados Agustina Taboada y Matías Pautasso, se presentó en noviembre de 2024. Pese a que una jueza civil resolvió favorablemente el 22 de septiembre de 2025, autorizando el cambio y desestimando la oposición del progenitor por considerar que el derecho a la identidad de los menores prevalece, la decisión no es definitiva. El padre ha apelado, y el caso será revisado por la Cámara de Apelaciones.
El silencio roto: un relato de terror infantil
La causa penal que motiva todo el proceso se remonta a abril de 2021. La cadena de revelaciones comenzó cuando la psicóloga que atendía a una de las niñas, entonces de 11 años, presentó la denuncia. La menor le había confiado haber sufrido abusos por parte de su padre desde los 5 años, manteniendo el silencio por miedo a las amenazas de su progenitor de separarla de su madre y sus hermanos.
Los testimonios recogidos en la Cámara Gesell fueron cruciales. Las hermanas detallaron que los abusos eran recurrentes y se daban tanto en la antigua casa de Rincón como en el nuevo domicilio en el centro de Santa Fe. El hermano menor, por su parte, describió un ambiente de violencia e intimidación que le provocó terrores nocturnos y miedo constante a ser abandonado.
En los alegatos de apertura, la querella representada por Taboada hizo hincapié en que los abusos no fueron hechos aislados, sino que fueron antecedidos y sostenidos por un contexto de "violencia, control, intimidación y amenazas". Este ambiente coercitivo fue, según la abogada, la "herramienta utilizada por el imputado para garantizar el silencio", un silencio que finalmente se quebró en 2021.
El tribunal, compuesto por los jueces Martín Torres, Pablo Spekuljak y Octavio Silva, deberá ponderar las pruebas. La querella solicitó que la escucha de los testimonios de Cámara Gesell se realice con "perspectiva de niñez y género", destacando la doble vulnerabilidad de las víctimas.
