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Una semana después del hallazgo de los cuerpos que conmocionó a Florencio Varela, la investigación por el triple femicidio ha revelado detalles escalofriantes de la violencia sistemática y extrema a la que fueron sometidas las tres jóvenes. Los informes forenses no solo confirman la naturaleza homicida de los decesos, sino que pintan un cuadro de tortura y crueldad inaudita.

El martirio de Lara: Mutilaciones y agonía

El informe de la autopsia realizada a Lara Gutiérrez, de 15 años, expone una escena de horror. La causa directa de su muerte fue un shock hipovolémico, una pérdida masiva e irreversible de sangre, provocada por un corte que seccionó la arteria carótida primitiva derecha.

Lo que impacta a los investigadores es el ensañamiento previo a su deceso:

·La adolescente sufrió la amputación de cinco dedos de su mano izquierda y el corte de su oreja izquierda.

·Se detectaron quemaduras en las falanges de los dedos, evidencia de que fue atacada mientras aún estaba con vida.

·El cuerpo fue hallado con múltiples elementos de sujeción: una mordaza de cinta plástica en boca y cuello, y ligaduras en rodillas y tobillos. También se encontraron cerca un cuchillo y fragmentos de vidrio.

Los especialistas de la Morgue Judicial confirmaron que estas lesiones, junto a múltiples heridas punzocortantes, son prueba de una violencia deliberada y extrema, más allá del acto homicida.

Crudeza sin límites: Las muertes de Morena y Brenda

Los detalles de las autopsias de Morena Verdi y Brenda del Castillo ratifican el patrón de salvajismo.

·Brenda del Castillo fue brutalmente torturada con múltiples puntazos en el cuello y fuertes golpes faciales. La joven no solo fue asesinada por un aplastamiento macizo facial, sino que, post mortem, los agresores abrieron su abdomen, lo que indica una perversión incomprensible.

·Morena Verdi también sufrió una golpiza en el rostro que precedió a la fractura y hundimiento de su cráneo, siendo este el mecanismo letal.

Los forenses han determinado que los crímenes se cometieron entre 90 y 96 horas antes del macabro descubrimiento, ubicando las muertes alrededor del 20 de septiembre, horas después de que las jóvenes fueran vistas por última vez en La Matanza.

La Justicia ahora enfrenta el desafío de conectar estos actos de barbarie con sus autores, mientras la evidencia forense subraya la necesidad de buscar a un o unos responsables con un nivel de crueldad inusitado.