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Dos estudiantes del Instituto de Innovación Tecnológica Aplicada (IITA) obtuvieron el segundo premio de la categoría Junior en el rubro robótica simulada y fueron reconocidos por la actitud humana y colaborativa durante la competencia.


Los estudiantes salteños del Instituto de Innovación Tecnológica Aplicada (IITA), Alejandro de Ugarriza y Ian Dib, pasaron del sueño de viajar al mundial de robótica, en Francia, a obtener el segundo lugar y ser reconocidos por sus pares de todo el mundo, por su actitud humana y colaborativa durante la competencia.

"Es una alegría muy grande llevar dos premios, tanto el resultado de la competencia, con el segundo lugar a nivel mundial y muy cerca de los italianos, lo que realmente es un orgullo, como la mención que recibió Alejandro", dijo a Télam el director del IITA, Gustavo Viollaz.

Alejandro y Ian participaron de la RoboCup 2023 que se disputó en Francia, y obtuvieron el segundo premio de la categoría Junior en el rubro robótica simulada, al tiempo que fueron reconocidos por la actitud humana y colaborativa durante la competencia, lo que enorgulleció a sus mentores.

"Lo que nos puso mucho más contentos es que hayan sido votados por los otros concursantes y por los jurados como el equipo que realmente tuvo una actitud humana de colaboración con el resto", afirmó el docente, quien detalló que "cuando otros equipos tuvieron algún problema, ellos no dudaron en ayudarlos y eso fue destacado por todos los participantes".
Esto se reflejó cuando, en la ronda final, "el resto de los competidores y los mentores de los otros equipos se agruparon naturalmente alrededor del televisor en el que se proyectaba el funcionamiento del robot, y cuando terminó la ronda aplaudieron espontáneamente y felicitaron a Alejandro", reveló.

"Fue un momento muy emotivo porque no es algo que usualmente hacen con los otros equipos que participan y menos con los que ganan", manifestó Viollaz, tras lo que resaltó que "les haya nacido naturalmente esa vinculación y ese reconocimiento a la honestidad intelectual, a la ayuda que dieron".

El docente contó que, durante la competencia, "Alejandro puso su código como código libre, abierto para que cualquier otro equipo lo pueda ver, que es algo que se promueve en este tipo de competencias pero que no es habitual que nazca naturalmente en los equipos".

"A veces, a los ganadores los obligan a compartir el código y no siempre lo hacen de muy buen grado, pero antes de competir, incluso sin saber la posición que iban a tener, Alejandro ya había compartido su código, para generar comunidad. Creo que esa actitud valió para alcanzar la mención especial", dijo.

Viollaz destacó que "no es un premio que habitualmente se da, sino que en este caso se lo otorgaron porque descubrieron que había algo especial en el equipo", y agregó: "fue una sorpresa para todos y por supuesto una alegría muy grande para nosotros".

Al dialogar con Télam, Alejandro expresó que "fue una experiencia muy linda", y destacó: "Tuvimos varios días de competencia en los que conocimos a mucha gente de distintos países con quienes tuvimos la oportunidad de hablar y hacer contacto".

El premio comunitario
El joven sostuvo que, además del segundo premio, detrás de los italianos y por encima de los brasileños, el equipo obtuvo "el premio comunitario en el que votan los otros equipos, por la parte humana, de colaboración, ayuda y el espíritu del equipo en general".

Se trata de la mención de honor "Comunity Award", otorgada por la tarea colaborativa que el equipo mantuvo durante toda la competencia, que reunió a estudiantes universitarios, secundarios y empresas relacionadas a la tecnología y la robótica, en el Centro de Exposiciones de la ciudad portuaria de Burdeos, entre el 4 y el 10 de julio.

"Nuestra categoría es el rescate simulado, lo que implica que el robot está en la computadora. No es un aparato físico. Y nosotros tenemos que hacer la parte de programación", detalló el joven, que el 5 de julio, cuando competía en Francia, cumplió 17 años.

Luego, reveló que el desafío fue "una versión simplificada de, por ejemplo, un edificio que se derrumba. El robot tiene que recorrer un laberinto en el que hay víctimas y distintos obstáculos, tiene que ubicar la posición de las víctimas y transmitirla, junto con un mapa, a quienes están afuera".

"Lo hace el robot de manera autónoma. No es a control remoto y nosotros no sabemos qué laberinto nos va a tocar, ni la forma ni el tamaño. El robot tiene que ser capaz de navegarlo sin importar las circunstancias", sostuvo.
El camino a la copa

Tanto Alejandro como Ian, que son miembros del IITA, participaron como equipo en robótica simulada, mientras que otra dupla del mismo instituto, integrada por Joaquín Rodríguez y Joaquín Argañaraz lo hicieron en robótica física.

Los salteños se adjudicaron la competencia nacional Roboliga 2022, que los habilitó para representar a la Argentina en la RoboCup 2023, donde compitieron más de 3.500 robots de equipos de más de 45 países.

Sobre su futuro, Alejandro contó que aún le queda otro año de secundario, tras lo que planea "estudiar en Alemania", para lo que ya está aprendiendo el idioma.

"En cuanto a lo que sigue después de eso, creo que el futuro todavía es muy incierto. Estas cosas progresan muy rápidamente y es difícil de saber qué clase de trabajo habrá en el futuro, pero definitivamente estoy inclinado hacia el área de la tecnología", remarcó.

Asimismo, contó que durante la estadía en Francia estuvieron en la Embajada Argentina y fueron a conocer empresas de tecnología y robótica, entre otras actividades.

IITA es un instituto privado y extracurricular, por lo que los jóvenes cursan a la par el nivel secundario, que Ian, también de 17 años, concluye este año.

Viollaz dijo que "ya es un premio estar en esta competencia, poder ver lo que es la robótica en el mundo, lo que hacen los otros equipos", y contó también que se trató de "un viaje muy interesante, que nos abre puertas y nos entusiasma para seguir trabajando y formando chicos al mismo nivel de otros lugares del mundo".

A la vez, agradeció al Gobierno de Salta, por el apoyo para la realización del viaje, y a la empresa minera Alpha Lithium, que también realizó un aporte económico.

"Hay otros países latinoamericanos como Brasil y México, que llevan delegaciones muy numerosas. Ojalá que Argentina pueda ir creciendo y enviar la mayor cantidad de equipos, porque nos daría una presencia más continua. Que se sume la mayor cantidad de gente posible, porque cuanto más grande sea la comunidad más vamos a poder crecer todos", concluyó.