"El trabajo en casas particulares es la actividad más feminizada del mercado laboral, ya que el 99,3% del personal son mujeres, y la que tiene los niveles salariales más bajos, así como altísimos niveles de informalidad y de violencia laboral", indicó a Télam Delfina Schenone Sienra, socióloga responsable del área Políticas del Equipo ELA.
Casi el 100% del personal de casas particulares son mujeres, quienes muchas veces sufren de padecimientos físicos, mentales y violencia laboral en un rubro feminizado con "los niveles salariales más bajos" que además se encuentra afectado por la pérdida de fuentes de trabajo debido a la pandemia, señalaron especialistas y trabajadoras de ese sector al que calificaron como "el motor del mundo y de la economía", en el marco del Día del Personal de Casas Particulares.
"El trabajo en casas particulares es la actividad más feminizada del mercado laboral, ya que el 99,3% del personal son mujeres, y la que tiene los niveles salariales más bajos, así como altísimos niveles de informalidad y de violencia laboral", indicó a Télam Delfina Schenone Sienra, socióloga responsable del área Políticas del Equipo ELA.
Y añadió que "lo que termina sucediendo es que las mujeres con más recursos económicos y mayor nivel educativo son las que logran pagar por el servicio doméstico y de cuidado y así logran tener un empleo que les permite sostener su nivel de ingresos, mientras las trabajadoras de casas particulares suelen estar en el eslabón más bajo de la cadena de salarios".
En la Argentina, el trabajo doméstico en casas particulares alcanza a alrededor de 1,4 millones de trabajadoras, según la Encuesta Nacional sobre Condiciones de Empleo, Trabajo, Salud y Seguridad (Ecetss) publicada en 2020, y es la tercera rama de ocupación entre los empleos de las mujeres, después del comercio y enseñanza, indicó el Ministerio de Economía.
La pandemia repercutió gravemente en los niveles de empleo del sector, que se constituyó como el más afectado y el que tiene el ritmo de recuperación más lento de todos, según consignó el informe del programa Registradas publicado en 2021.
María del Carmen Díaz, secretaria general de la Comisión Nacional de Trabajo en Casas Particulares, indicó a Télam que la situación después de la pandemia es "realmente devastadora", ya que "muchísimas compañeras perdieron su trabajo, y algunas no pudieron recuperarlo porque son mayores de edad".
"Algunas recuperaron el trabajo en su totalidad, pero otras lo hacen una o dos veces en la semana, cuando antes trabajaban de lunes a viernes muchas horas", explicó y agregó que el principal motivo que impacta en la falta de trabajo es "la inflación".
"La inflación superó a todos los bolsillos de la clase laburante y nuestro salario depende de otros trabajadores, esto nos juega en contra porque tenemos el salario más bajo y la inflación siempre supera los aumentos salariales", sostuvo.
En concordancia, Schenone Sienra advirtió que, con el fin del Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio (ASPO), "muchos rubros recuperaron sus niveles de actividad pero casas particulares es de los que siguen en pérdida. Y justamente hablamos de un sector muy importante para el empleo femenino, sobre todo en los sectores mas vulnerables".
Asimismo, Díaz señaló que desde la comisión buscan que se dictamine al personal de casas particulares como un "rubro insalubre", debido a las frecuentes afecciones, tanto físicas como emocionales, que sufren el personal de casas particulares a raíz de su trabajo.
"Una compañera se acercó a contarnos su experiencia de trabajo, ella sufre maltrato psicológico y fue tan violento que hizo que tuviera ataques de pánico. Esto es lo que pasa en muchas casas, también de decirte 'vos sos extranjera' o 'negra', nos toman como si fuéramos ignorantes", relató.
Entre las principales dolencias físicas, se encuentran afecciones en la columna y rodillas, traumatismos, padecimientos en la piel debido al continuo uso de agua y productos de limpieza y problemas de gastritis, entre otros.
Por su parte, Carolina Villanueva, cofundadora de la organización de género y trabajo Grow, sostuvo que este tipo de empleo "es el motor del mundo y la economía, es un trabajo esencial que permite que el resto haga todo tipo de actividades".
A su vez, identificó que "es muy difícil", dado el "nivel de informalidad y el tiempo que dedica este trabajo, hacerlo y viajar hacia dónde lo ejerce, porque en general las trabajadoras viven a una hora y media o dos afuera de donde trabajan, trabajan 8 o 9 horas y después duermen". Y agregó que en esta exigencia "no hay tiempo para el ocio, para educarse y la paradoja de quién cuida al hijo o los hijos de estas personas, ya que ellos están en una situación es de mayor vulnerabilidad".
Otra de las principales problemática del sector reside en que "las trabadoras que no se pueden jubilar, porque toda su vida trabajaron precarizadas y su empleador nunca las blanqueó", motivo por el cual desde la comisión reclaman que el Estado "se haga cargo de este sector".
Al respecto, Ludmila Fredes, licenciada en Relaciones del Trabajo, indicó que si bien existe la Ley nacional 26.844 que desde el 2013 regula el trabajo en casas particulares y fija el salario de este sector, "la mayor parte de estas trabajadoras no accede a los derechos básicos establecidos: no percibe descuento jubilatorio y el promedio de salarios que perciben es de los más bajos de las actividades económicas".
En tanto, al ser consultada por el decreto 144/2022, que reglamenta que los establecimientos donde trabajen 100 o más personas tendrán que ofrecer espacios de cuidado para niños y niñas de entre 45 días y 3 años, Díaz sostuvo que "la guardería no nos ayuda a nosotras porque quitaría trabajo a las trabajadoras de casas particulares y niñeras".
"Si ahora se exige guardería a las empresas es una pérdida de trabajo. Lo que sí se podría hacer es que el gobierno abra guarderías y que nos capacitemos y podamos asistir a esa guardería. Muchas trabajamos con merenderos, comedores, trabajamos con niños, ¿por qué no?", cuestionó la trabajadora.
De este modo, Schenone Sienra concluyó que "la normativa no alcanza", ya que "hace falta un cambio cultural que reconozca el valor social y económico que tiene este empleo y se lo reconozca en igualdad de condiciones con otros trabajos".