Puede ser una imagen de una persona y al aire libre

Por: Pipo Rossi

La moderna democracia argentina cumple hoy 39 años. Desde aquel 10 de diciembre de 1983, cuando la asunción de Raúl Alfonsín le ponía fin a una de las etapas más oscuras de nuestra Nación, varias cosas nos han ocurrido como país y muchas de ellas nos han evidenciado el carácter pendular que nos caracteriza como sociedad.

Estas casi cuatro décadas nos han mostrado gobiernos de diferentes colores políticos, pero con un pernicioso vaivén contrario a las célebres “políticas de Estado” que deberían estar por encima de las discusiones sectoriales de quienes juegan, alternativamente, el papel de oficialismo y oposición.

En este proceso de aprendizaje -natural, aunque con demasiadas materias por aprobar aún-, los argentinos hemos observado y hasta padecido decisiones de nuestra clase dirigente a la hora de manejar los destinos nacionales.

Hemos observado Estados elefantiásicos y omnipresentes donde el “negocio” era vivir de las arcas públicas. También vimos la intención de que ese mismo Estado no jugara su fundamental rol equilibrador de las naturales diferencias que existen en una sociedad como la nuestra, dejando librado a la suerte del mercado el bienestar de los ciudadanos.

Hemos atravesado momentos donde la corrupción ha sido naturalizada y permitida, y vimos también sobreactuaciones de la justicia en la declamada búsqueda de sus responsables cuando la corruptela seguía viva alrededor.

Lo peor del caso es que nada nos garantiza que dentro de unos años sigamos hablando de lo mismo, aunque con protagonistas diferentes.

Hablar de momentos históricos suele ser demasiado audaz, puesto que cualquier momento se puede transformar en trascendente para la historia de un país. Los últimos dos años son una palmaria muestra de ello. Lo que sí está claro es que la democracia argentina merece encauzar su rumbo en un objetivo común y permanente que sea, dentro del marco democrático, el bienestar de todos nosotros. Es ese norte el que debe guiar las decisiones de ciudadanos y clase dirigente (sean del color político que sean) para que la Argentina tenga un mejor porvenir.