Fotografía de un grupo de personas dentro de una construcción hecha de palma en Kiribati.

El cambio climático está aquí. Además de hacer todo lo posible para reducir las emisiones y frenar el ritmo del calentamiento global, debemos adaptarnos a las consecuencias del clima para poder protegernos a nosotros mismos y a nuestras comunidades. Las consecuencias varían según el lugar donde se viva. Puede significar incendios o inundaciones, sequías, días más calurosos o más fríos o el aumento del nivel del mar.

¿Qué puede hacer?

Hay muchas formas de adaptarse a lo que está ocurriendo y a lo que va a ocurrir. Cada persona pueden tomar varias medidas sencillas. Puede plantar o conservar árboles alrededor de su casa, por ejemplo, para mantener una temperaturas más suave en el interior. La eliminación de la maleza puede reducir el riesgo de incendio. Si tiene una empresa, empiece a pensar y a planificar los posibles riesgos climáticos, como los días de calor que impiden a los trabajadores realizar tareas en el exterior.

Todo el mundo debería ser consciente de la posibilidad de que se produzcan catástrofes naturales en el lugar en el que vive y de los recursos con los que cuenta en caso de que se produzcan. Eso podría significar la contratación de un seguro por adelantado o saber dónde puede obtener información sobre desastres y ayuda durante una crisis.

Preparándose para los grandes cambios

Dada la magnitud del cambio climático, y el hecho de que afectará a muchos ámbitos de la vida, la adaptación también debe producirse a gran escala. Nuestras economías y sociedades en su conjunto deben ser más resistentes a los impactos climáticos. Esto requerirá esfuerzos a gran escala, muchos de los cuales serán organizados por los gobiernos. Es posible que haya que construir o adaptar las carreteras y los puentes para que soporten temperaturas más altas y tormentas más potentes. Algunas ciudades situadas en el litoral pueden tener que establecer sistemas para evitar las inundaciones en las calles y el transporte subterráneo. Las regiones montañosas podrían precisar nuevas formas de limitar los desprendimientos y los desbordamientos procedentes de los glaciares.

Algunas comunidades pueden incluso tener que trasladarse a nuevas ubicaciones porque será demasiado difícil adaptarse. Esto ya está ocurriendo en algunos países insulares que se enfrentan a la subida del nivel del mar.

Vivero con bolsas de plantones de mangle.

Invertir ahora salva vidas y reduce costes más adelante

Puede que todo esto suene caro, y lo es, pero lo importante es recordar que ya sabemos mucho sobre cómo adaptarnos. Cada día se conoce más. Además, invertir en la adaptación tiene mucho más sentido que esperar y tratar de ponerse al día más tarde, como muchos países han aprendido durante la pandemia de COVID-19. Proteger a las personas ahora salva más vidas y reduce los riesgos en el futuro. También tiene sentido desde el punto de vista económico, ya que cuanto más esperemos, más aumentarán los costes.

Piense en esto. A nivel mundial, una inversión de 1,8 billones de dólares en sistemas de alerta temprana, infraestructuras resistentes al clima, mejora de la agricultura, protección global de los manglares a lo largo de las costas y recursos hídricos resilientes podría generar 7,1 billones de dólares a través de una combinación de costes evitados y una serie de beneficios sociales y medioambientales. El acceso universal a los sistemas de alerta temprana puede reportar beneficios hasta 10 veces superiores al coste inicial. Y si un mayor número de explotaciones agrícolas instalaran riego con energía solar, utilizaran nuevas variedades de cultivos, tuvieran acceso a sistemas de alerta meteorológica y adoptaran otras medidas de adaptación, el mundo evitaría una caída de los rendimientos agrícolas mundiales de hasta el 30 % para 2050. (Haga clic aquí para ver más datos de acción sobre la adaptación).

Hay que otorgar prioridad a los más desfavorecidos
Aunque los argumentos a favor de la adaptación son claros, algunas de las comunidades más vulnerables al cambio climático son las menos capaces de adaptarse porque son pobres y/o se encuentran en países en vías de desarrollo que ya luchan por conseguir los recursos suficientes para cubrir aspectos básicos como la atención sanitaria y la educación. Se calcula que los costes de adaptación en los países en desarrollo podrían alcanzar los 300 000 millones de dólares anuales para 2030. En la actualidad, solo el 21 % de la financiación climática proporcionada por los países más ricos para ayudar a las naciones en desarrollo se destina a la adaptación y la resiliencia, unos 16 800 millones de dólares al año.

Los países más ricos están obligados a cumplir con el compromiso adquirido en el Acuerdo de París de aportar 100 000 millones de dólares al año en financiación internacional para el clima. Deberían asegurarse de que al menos la mitad se destina a la adaptación. Sería un importante símbolo de solidaridad mundial ante un reto que solo podemos resolver si todos los habitantes del mundo trabajamos juntos.

Vea a una destacada ecologista india, Sunita Narain, que nos recuerda que sabemos cómo hacer más seguras nuestras comunidades, y que debemos actuar, por una cuestión de justicia.

¿Qué han acordado hacer los países?

Todas las partes del Acuerdo de París se han comprometido a reforzar la respuesta mundial al cambio climático aumentando la capacidad de todos para adaptarse y crear resiliencia, y reducir la vulnerabilidad. Puede obtener más información aquí.

En la COP26, los países adoptaron El Pacto de Glasgow para el Clima, el cual reclama que se doble la financiación para apoyar a los países en desarrollo en la adaptación ante los efectos del cambio climático y el fortalecimiento de la resiliencia.

Desde 2011, en virtud de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, varios países han elaborado planes nacionales de adaptación. Compruebe si su país tiene alguno y en qué consiste. También puede consultar las novedades sobre el modo en que los países están elaborando los planes como parte de las estrategias nacionales de desarrollo.

Convirtiéndolo en realidad

Hay una serie de esfuerzos en marcha para contribuir a la adaptación de las personas al cambio climático. Uno es el Fondo de Adaptación, que financia iniciativas pioneras en los países en desarrollo. Puede consultar si su país tiene algún proyecto. Y vea cómo funciona la adaptación para los pescadores de Perú, que combinan conocimientos tradicionales y tecnología para proteger sus medios de vida.

Kiribati, un pequeño estado insular en desarrollo muy vulnerable al cambio climático, se encuentra entre los primeros en poner en práctica la adaptación al clima. Está mejorando la gestión de la pesca para salvaguardar los medios de subsistencia y la seguridad alimentaria, y reforzando los sistemas de alerta temprana de catástrofes.

En Ghana, las mujeres agricultoras se están adaptando a unas lluvias cada vez más irregulares diversificando sus medios de vida. Con nuevas habilidades, están produciendo productos agrícolas como leche de soja y manteca de karité, que alcanzan precios más elevados en los mercados locales. Los agricultores de Bosnia y Herzegovina han adaptado sus variedades de cultivo para hacer frente a las sequías, por ejemplo, pasando de las manzanas a los melocotones, de clima más cálido.

En las Maldivas, la disminución de las precipitaciones y el aumento del calor en los veranos han exigido la construcción de mayores depósitos de agua de lluvia e instalaciones de desalinización para procesar el agua de mar, al tiempo que se han establecido sistemas para para hacer un seguimiento minucioso del uso del agua y avisar con antelación de los periodos de sequía. Sri Lanka está reutilizando un antiguo sistema de depósitos de agua para mantener el suministro a las granjas y los hogares.

Muchas soluciones al cambio climático están en la naturaleza. Aprenda más sobre la adaptación basada en los ecosistemas y seis formas en que la naturaleza puede protegernos.

Para ver un ejemplo de las llamadas soluciones basadas en la naturaleza, descubra cómo las comunidades de Yibuti se mantienen a salvo construyendo muros de contención. También están restaurando los bosques de manglares, que protegen contra el aumento del nivel del mar, proporcionan alimentos a las personas y ofrecen un refugio para las plantas y los animales. En Vietnam, los agricultores costeros han pasado de recolectar recursos marinos cada vez más escasos, como caracoles y cangrejos, a desarrollar la apicultura vinculada a la restauración de los manglares.

En Albania, uno de los países de Europa más afectados por la erosión costera, la restauración de la vegetación en la laguna de Kune-Vain protege a las comunidades costeras. También ayuda a mantener un corredor para las aves migratorias reconocido mundialmente.

Puede parecer que las soluciones basadas en la naturaleza son principalmente para el campo. Pero las ciudades también están impulsando la resiliencia recurriendo a la naturaleza. En El Salvador, la capital, San Salvador, pretende convertirse en una «ciudad esponja» restaurando los bosques circundantes para limitar los desprendimientos e inundaciones, y mejorar el drenaje imitando el funcionamiento de arroyos y ríos en la naturaleza.

En los Estados Unidos, la ciudad costera de Miami está está elevando el nivel de las calles y desarrollando infraestructuras verdes, junto con ambiciosos planes para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.