ATEN recordó a Silvia Rogetti, una docente fallecido tras una herida con un hierro en una obra en ejecución en una escuela de Neuquén capital, en un hecho ocurrido el 9 de junio del año 2.000.
Un documento gremial afirma que "En cada relato, recuerdo, mirada al pasado para traer a Silvia con nosotres apelamos a revisar cuánta expropiación de nuestro trabajo, de nuestra dignidad; cuánta “accidentalidad” es atribuida a la desidia o irresponsabilidad estatal, cuánta injusticia o discrecionalidad se ejerce sobre nuestros compromisos como directores o maestros".
"Cuánta reproducción de las desigualdades se concreta entre las comunidades educativas que anidan a nuestras escuelas; cuántos recursos propios de cada docente, familia o estudiantes sostienen lo público como eterno voluntariado; cuántos riesgos corremos en nuestros vínculos, escucha y acompañamiento de la vida de otres que no es sólo “lo escolar”", resalta.
"Al fin “damos la vida” porque es la vida que elegimos y sostenemos en cada acto pedagógico. La muerte de Silvia es arrebato, crimen, despojo; no concesión voluntaria en aras de enseñar, de educar, de entregar lo mejor y perdurable a les otres: el afecto. Esa no es la concepción de vida que compartimos y mucho menos que “damos”; sobre todo cuando parte de ella es advertir, demandar, responsabilizar acertadamente a quienes corresponde sobre los peligros que nos acechan. Tampoco es rendición ante las circunstancias de desigualdad que nuestras comunidades transitan, puesto que no es “circunstancial” que sea en una escuela de barriada periférica donde les docentes llegan en transporte público o en bici, como lo hacía Silvia", resalta.
"Ella en su bici visitaba las casas de les pibes para asistirlos; les acompañaba ida y vuelta hasta espacios un poco más habilitados para sus prácticas de educación física porque no había en la escuela. Silvia puso el cuerpo...", indica el escrito.