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Como mamá estoy profundamente indignada y triste.

Mi hija, desde los 4 años, tiene un sueño muy simple pero muy grande: ser parte del Cuerpo de Bandera Argentina. Y no fue un sueño vacío: todos estos años se esforzó, estudió, participó, habló en los actos, expuso con entusiasmo, tuvo siempre la carpeta impecable y fue una excelente compañera.

Ayer hicieron la elección… y aun con todo ese esfuerzo, no la eligieron.

Cuando hablé con ella me dijo algo que me partió el alma:

“Eligieron sin tener en cuenta el desempeño. Entonces, ¿para qué esforzarme? Si igual pasás de curso, faltes o no, hagas o no los trabajos… Yo me esforcé, hice todo bien y no me valoraron.”

Es un dolor enorme ver que una nena que siempre cumplió, que nunca falta salvo por salud, que pone ganas y responsabilidad, hoy sienta que trabajar y hacer las cosas correctamente no sirve para nada.

Y lo digo con respeto, pero con total sinceridad:

siento que hoy el mérito ya no se valora.

No sé qué criterios se usaron, porque eligieron a un niño que no cumple con los requisitos que durante años fueron indispensables. Antes se tomaba en serio la cultura del esfuerzo, del estudio, del compromiso. Hoy parece que todo da igual.

Y eso es lo que realmente duele.

Para mí, como mamá, la Bandera Argentina es un símbolo que merece respeto, y ese respeto también se demuestra eligiendo a los chicos que realmente se esforzaron y cumplieron.

No se trata de discriminar, se trata de ser justos.

Se trata de enseñarles a los chicos que el trabajo, las ganas y la responsabilidad sí valen la pena.

Ojalá algún día volvamos a una escuela donde el esfuerzo sea reconocido y donde los niños que sueñan y trabajan por algo no terminen desilusionados.