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La irrupción de empresas de otras provincias en los negocios locales, es nafta sobre una herida: solo daña. (Foto de archivo - Pueblada de Cutral Co y Plaza Huincul)

YPF es la principal operadora de la zona. Sus acciones y decisiones cambian vidas, afectan personas. Representa la diferencia entre un trabajo y ser desocupado, con todo lo que ello implica.

La operadora, en concreto, no solo maneja la riqueza del subsuelo sino el bienestar de los pueblos ubicados sobre esos yacimientos. Cada vez que YPF cierra un contrato define destinos. La petrolera es consciente de eso y, por ello, es que en los acuerdos aclara que los ganadores de los contratos deben respetar toda la normativa vigente: tanto provincial como municipal.

La Ordenanza 1140 de Plaza Huincul, establece que “Toda Persona y/o Empresa que desarrolle la Actividad Comercial de Transporte de Personal para Empresas de Servicios y/o Terceros dentro del ejido de Plaza Huincul de manera ocasional, temporaria y/o habitual; deberá previamente solicitar la habilitación de la Licencia Comercial correspondiente ajustándose a la presente norma y a las que se dicten en consecuencia”.

Cuando esta normativa no se cumple, no se acata, las empresas de nuestra zona cierran, los trabajadores quedan en calle; los desocupados van al municipio a reclamar comida, un plus, un decreto.. ¿por cuánto tiempo?.. ¿y después?...

Pero el "círculo sonzo", no termina ahí. Las empresas de otras zonas del país, no tributan en los municipios locales, no compran en los comercios de las ciudades, no toman personal entre los vecinos de la comarca. No aportan nada.

En cambio, se llevan la riqueza producida a nivel local que, para completarla, es de recursos no renovables. Cada gota de petróleo, o m3 de gas que se extrae, sencillamente desaparece sin retorno.

Obviamente, ese panorama pone en riesgo la paz social trabajosamente conseguida y mantenida a fuerza de cordones cuneta y veredas. Sumarle nuevos desocupados solo agrega incertidumbre a un esquema que se revierte con fuentes de trabajo genuinas. Esas mismas que desaparecen con cada contrato que se cae.

Ahora se perdieron dos: 40 vehículos de Petrogas y otros 10 de “El Duende”, de acuerdo a los datos brindados por los propios empresarios del sector. Son 50… familias….

Ayer y hoy

Hay un nivel de negocios que es de grandes empresas, pero hay otro rango, que es de servicios petroleros que debería ser objeto de defensa. Quizás, ni siquiera, la empresa en sí misma, que es privada, pero si las condiciones de competencia por razones de interés social, político y económico.

En los ’90 el desguace y retiro de YPF dejó el tendal de despedidos que disparó las pobladas. Ahora, no hay una empresa que deje 7 u 8 mil despedidos, pero de aquellos hay alrededor de 3 mil que todavía sobreviven con un subsidio. Y la cifra puede crecer impulsada por la menor actividad comercial, la caída de la construcción privada por los despidos en el petróleo, el impacto de Uber sobre los taxis y remises, además de los contratos perdidos.