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Horas de angustia y desesperación atraviesa la familia de Samara, una niña de 8 años que permanece internada en el Hospital de Niños Dr. Orlando Alassia de Santa Fe tras ser brutalmente atacada por un perro pitbull de un vecino. La pequeña sufrió serias mordeduras en el rostro que comprometieron gravemente la zona de su ojo izquierdo, y su madre ha compartido el desgarrador miedo que padece la niña en el hospital.


La pesadilla en el hospital: "Como si la estuviera mordiendo de nuevo"


El violento ataque ocurrió mientras Samara jugaba en una casa del barrio Los Hornos. Aunque los detalles del incidente son confusos, la madre de la niña relató que su hija intentó acariciar al animal. La incertidumbre sobre la secuencia exacta solo aumenta la angustia familiar.

La preocupación más profunda de la madre es el trauma que el ataque ha generado. La mujer relata con la voz quebrada las noches de internación de Samara:

“Ella se levanta y dice ‘ay, ay’, como si la estuviera mordiendo el perro de nuevo. Me dice: ‘No quiero perder el ojo’. Todo eso me duele. Intento no llorar delante de ella, pero estoy mal.”


La madre también manifestó que Samara nunca había sido internada, y el proceso de punciones y revisiones médicas, sumado al dolor físico, la tiene "muy conmovida". Además, lamentó no haber tenido contacto con los dueños del animal ni haber recibido explicaciones sobre lo sucedido.
Estado médico: El globo ocular, indemmne por ahora


El director del hospital Alassia, Pablo Ledesma, ofreció un parte médico sobre el estado de la menor. Confirmó que Samara ingresó estable y consciente, pero con lesiones severas en el rostro, afectando ambos párpados del ojo izquierdo.


El médico detalló que, pese a la gravedad de las heridas:


·Cirugía: La niña fue sometida a una intervención de cirugía plástica para la reparación estética de los párpados.

·Visión: El globo ocular "no reviste gravedad" y la paciente refiere que puede ver.

Samara será evaluada por oftalmólogos para un informe definitivo, pero la preocupación inmediata radica en la presencia de dolor, inflamación y fiebre en la zona afectada. La familia pide una pronta recuperación física y, especialmente, la sanación de las secuelas emocionales de la violenta experiencia.