Informe dramático de la UCA: La inseguridad alimentaria golpea con fuerza al empleo informal, donde uno de cada cuatro trabajadores no logra cubrir sus necesidades básicas.
Un reciente estudio realizado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA) reveló que la inseguridad alimentaria se ha convertido en un problema estructural que afecta incluso a quienes tienen empleo. El informe subraya una profunda desigualdad: el 15% del total de trabajadores asalariados en el país no puede acceder a una nutrición adecuada.
La situación es crítica entre los trabajadores informales, donde la incidencia de la inseguridad alimentaria alcanza un alarmante 24%. Si bien el golpe es menor en el sector formal, el problema persiste: el 9,8% de los empleados registrados tampoco logra satisfacer sus necesidades alimentarias esenciales.
Radiografía de la desigualdad: Ingreso, educación y geografía
El estudio de la UCA desglosó las variables que profundizan esta problemática social:
·Pobreza e ingresos: La relación es directa. Entre los llamados "trabajadores pobres", la tasa de inseguridad alimentaria se dispara hasta el 38,6%, mientras que en aquellos que no se encuentran en situación de pobreza, el índice es significativamente menor (6,9%).
·Nivel educativo: La educación opera como un factor protector. Las personas que tienen solo el secundario incompleto enfrentan una tasa de inseguridad alimentaria del 34%. En contraste, los asalariados con estudios universitarios presentan la tasa más baja, con solo el 4,6% de incidencia.
·Geografía: La brecha territorial es evidente. El Conurbano bonaerense registra la tasa más alta (18,9%), mientras que el interior del país promedia el 14,8%. La Ciudad de Buenos Aires (CABA) muestra el mejor panorama, con un 7,1% de incidencia.
Género y precariedad laboral
El análisis también confirma el impacto de la precariedad laboral: los subocupados son el grupo más vulnerable, con un 21,1% de afectación, superando a quienes trabajan en jornadas completas (12%).
En cuanto al género, existe un leve aumento en la tasa de mujeres afectadas por la inseguridad alimentaria (15,4%) frente a los hombres (15%). La afiliación sindical, en cambio, se presenta como un factor atenuante, ya que los trabajadores agremiados suelen gozar de mejores condiciones laborales y, por ende, mayor seguridad alimentaria.
El informe concluye que la inseguridad alimentaria entre los trabajadores argentinos es un reflejo de desigualdades que van más allá del salario. Destaca que las políticas públicas deben avanzar en una solución integral que garantice, además de un ingreso digno, la seguridad alimentaria como un derecho fundamental para todos los ciudadanos que forman parte del mercado laboral.
