Teresa Rodríguez tenía 24 años y el 12 de abril de 1997 salía de su casa para ir a trabajar cuando quedó en medio de los disparos de la represión. “Los policías iban con la pistola en la mano y se escuchaban estampidos. Avanzaron por el puente y vi a esa chica Rodríguez más atrás que gritaba pidiendo ayuda y se agarró el cuello. Quise ayudarla pero como seguían tirando me quedé”, dijo Alfredo Caso, testigo de los últimos momentos de vida de la vecina de Plaza Huincul.
Teresa era empleada doméstica y no participaba de los cortes de ruta. El gobierno de Carlos Menem habló de un rebrote subversivo y el de Felipe Sapag de francotiradores de los manifestantes. Las pericias mostraron que era una bala de calibre .9 mm como las que utilizaba la policía. Además, algunas cámaras mostraron que el balazo había partido de un grupo de efectivos de la policía neuquina. Pero hasta allí se llegó. Nunca se condenó a nadie.