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El ataque a la mutual judía dejó un saldo de 85 muertos y más de 300 heridos. La investigación sigue abierta y sin condenados.

A las 9.53 de la mañana del lunes 18 de julio de 1994, una Trafic blanca convertida en coche bomba estalló contra la entrada del edificio de la AMIA en el barrio porteño de Balvanera. La jornada se convirtió a partir de ese momento en una de las fechas más oscuras de la historia argentina.

Desde aquel día, pasaron 30 años sin que la investigación judicial ni las acciones de los distintos gobiernos hayan arrojado resultados satisfactorios para los familiares de los 85 muertos y los 300 heridos, que provocó el ataque terrorista.

En total, 77 víctimas estaban dentro de la sede de la mutual judía y otras 18 en la vereda o en edificios aledaños al momento de la explosión, cuyos responsables siguen impunes.

Aunque la comunidad judía de la Argentina es la más numerosa de América Latina y una de las principales del mundo, el atentado fue tomado por la colectividad, la Justicia y los gobiernos como un ataque a toda la sociedad argentina.

La iniciativa de gobiernos anteriores no obtuvo resultados y estuvo rodeada de irregularidades. En la actualidad, el gobierno del presidente Javier Milei intenta implementar el juicio en ausencia para avanzar con el proceso que apuntó a los iraníes.

El 17 de marzo de 1992, la comunidad judía ya había sido objeto de otro atentado, cuando una camioneta Ford F-100 explotó frente a las puertas de la Embajada de Israel, que entonces se ubicaba en el barrio porteño de Retiro. En aquel hecho murieron 27 personas y más de 100 resultaron heridas.

Dos años después, la Asociación Mutual Israelita Argentina se encontraba organizando los preparativos para el festejo del primer centenario de su creación. La organización había sido fundada grupos de inmigrantes judíos y tenía por objetivo brindar ayuda y asistencia a las personas de esa comunidad que planeaban radicarse en el país.

El viernes 15 de julio de 1994, tres días antes de la explosión, una Traffic blanca fue estacionada en la playa de estacionamiento Jet Parking, a tres cuadras de la sede de la mutual, ubicada en Pasteur 633 e inaugurada en 1945.

A las 9:53 del lunes 18, ese vehículo, cargado con 400 kilos de un explosivo de nitrato de amonio, TNT y nitroglicerina amonal, se estrelló contra el edificio de la calle Pasteur.

La explosión produjo un cráter de seis metros de profundidad y daños materiales por 15 millones de pesos/dólares, mientras que la onda expansiva dejó sin agua y sin luz a las manzanas vecinas y destruyó decenas de propiedades de la cuadra.

Desde ese momento, sin novedades judiciales a la vista, sobre el atentado a la AMIA se produjeron miles de artículos periodísticos y decenas de libros, ensayos y videos, así como centenares de testimonios orales, expresiones artísticas, imágenes y actividades educativas.

A 30 años y como cada año, se realiza un acto de conmemoración en el barrio porteño de Once a las 9.53, en coincidencia con el horario del atentado, con la presencia del presidente Javier Milei, familiares de las víctimas y presencias internacionales, como la del presidente de Paraguay, Santiago Peña.

Cada 18 de julio a las 9.53, en la reconstruida sede de Pasteur 633, suenan las sirenas que buscan fortalecer la memoria y redoblar el reclamo de justicia.