"El Príncipe de la Paz sigue siendo rechazado por la lógica perdedora de la guerra, con el rugir de las armas que también hoy le impiden encontrar una posada en el mundo", expresó Francisco en la celebración de la Navidad en la Basílica de San Pedro, del Vaticano.
"Nuestro corazón esta noche está en Belén, donde el Príncipe de la Paz sigue siendo rechazado por la lógica perdedora de la guerra, con el rugir de las armas que también hoy le impiden encontrar una posada en el mundo", dijo durante la misa de Nochebuena en la Basílica de San Pedro, del Vaticano.
Francisco aseguró que Jesús "no combate las injusticias desde lo alto con la fuerza, sino desde abajo con el amor; no irrumpe con un poder sin límites, sino que desciende a nuestros límites", declaró el papa, que habló en italiano con una traducción oficial proporcionada en siete idiomas, citó AFP.
Unos 6.500 fieles asistieron a la misa, según el Vaticano, y otros cientos la siguieron gracias a pantallas gigantes instaladas en el exterior, en la plaza de San Pedro.
La homilía del Papa no mencionó explícitamente a Israel ni a Gaza, pero el pontífice recordó en su rezo del Ángelus al mediodía a los "hermanos y hermanas que sufren la guerra". "Pensemos en Palestina, en Israel y en Ucrania", declaró.
La escalada de violencia comenzó con el ataque de milicianos de Hamas en el sur de Israel el 7 de octubre, donde asesinaron a algo más de 1.100 personas, en su mayoría civiles, además de herir a unas 5.500, y secuestraron a otras 240, incluyendo una veintena de argentinos.
La ofensiva aérea y terrestre israelí en Gaza provocó la muerte de más de 20.400 palestinos, en su mayoría civiles, y heridas a más de 54.000 en poco más de dos meses.
Casi el 85% de los 2,3 millones de habitantes de Gaza se han visto obligados a huir de sus hogares, y gran parte del norte del territorio quedó destruido.
El Papa Francisco denunció frecuentemente los ataques contra civiles en el actual conflicto.
Los cristianos palestinos decidieron cancelar este año la mayoría de los festejos navideños en Belén, donde ni siquiera se instaló el tradicional gran árbol navideño ni el pesebre de talla humana.