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La reciente Estrategia de Seguridad Nacional de la administración Trump no es simplemente un cambio de matices; es una ruptura drástica que intenta retroceder el reloj diplomático dos siglos. A través de un documento de 33 páginas, Washington ha oficializado lo que muchos analistas denominan la "Doctrina Monroe", una versión agresiva y actualizada de la vieja premisa de 1823 que pretende consolidar el control absoluto sobre América Latina y el Caribe.

Los ejes de la nueva dependencia

El plan estratégico estadounidense se aleja de la cooperación multilateral para imponer una estructura de mando basada en la seguridad fronteriza y la alineación ideológica. Los puntos centrales de esta ofensiva incluyen:

·Militarización del control: El uso de "fuerza letal" y el despliegue de activos militares no solo para el combate al narcotráfico, sino como una herramienta de disuasión frente a la presencia de potencias como China o Rusia en la región.

·Anexión simbólica y territorial: Desde la militarización de la frontera mexicana hasta la retórica que redefine al Golfo de México y el Canal de Panamá como activos propios, el mensaje es claro: la región es tratada como una extensión geográfica de la soberanía estadounidense.

·La economía como arma de guerra: Se ha implementado un sistema de premios y castigos financieros. Mientras Brasil sufre aranceles y Colombia ve recortada su asistencia, países como Cuba y Venezuela enfrentan un asedio económico diseñado para forzar el colapso de sus sistemas políticos.

Una estrategia de fragmentación

Uno de los aspectos más dañinos de este nuevo orden es la división deliberada del continente. Washington ha trazado una línea divisoria entre "gobiernos dóciles" y "naciones desobedientes". Al premiar la sumisión y castigar la autonomía, se busca dinamitar cualquier intento de integración regional. El objetivo final es evitar que América Latina hable con una sola voz, obligando a cada país a negociar en solitario y desde una posición de vulnerabilidad.

"La región se ha convertido en un laboratorio de coerción moderna, donde la estabilidad económica de cada nación depende directamente de su obediencia política a la Casa Blanca", advierten centros de estudio internacionales.

El riesgo del bumerán geopolítico

A pesar de la ferocidad del planteamiento, la estrategia de Trump está generando fisuras incluso entre sus aliados históricos. Medios como la BBC señalan que este tratamiento de "patio trasero" ha encendido alarmas globales. Sin embargo, esta presión extrema podría tener un efecto secundario no deseado para Washington.

La historia sugiere que, ante amenazas unilaterales de esta magnitud, suele despertar un pragmatismo nacionalista. La "Doctrina Monroe" podría terminar siendo el catalizador que obligue a los países latinoamericanos a buscar socios fuera del hemisferio y a reconstruir sus propios mecanismos de integración, forjando una madurez estratégica nacida de la necesidad de supervivencia frente a la hostilidad del Norte.

Fuente Lin Yiyun (tiempo.com.ar).