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La interna dentro de La Libertad Avanza (LLA) se intensifica, con la ministra de Seguridad y senadora electa, Patricia Bullrich, asumiendo un rol protagónico como articuladora política del oficialismo en el Congreso. Tras un encuentro con la vicepresidenta Victoria Villarruel, Bullrich cuestionó públicamente la neutralidad de la titular del Senado, exigiendo un mayor compromiso con los proyectos del Poder Ejecutivo.

El cuestionamiento a la neutralidad de la Vicepresidenta

Luego de una reunión protocolar mantenida el viernes, Bullrich fue contundente en sus declaraciones, señalando una diferencia de criterio fundamental con Villarruel respecto a la estrategia legislativa del Gobierno.

"Es una reunión donde las miradas respecto de cómo encarar el futuro tienen una cierta diferencia en el sentido que ella se coloca como vicepresidenta y presidenta de la Cámara de Senadores, pero sin de alguna manera tomar partido", criticó Bullrich, marcando una clara expectativa de alineamiento.

Bullrich sugirió un contraste con el trabajo que se espera de Martín Menem en Diputados, e insistió en que el rol de la vicepresidenta debe ir más allá de la mera institucionalidad.

La misión de Bullrich en el Senado

A partir del 10 de diciembre, Patricia Bullrich dejará su cargo ministerial para asumir su banca en la Cámara Alta. Su principal objetivo será liderar el debate y "garantizar" los consensos para la aprobación de la ambiciosa agenda del Gobierno en sesiones extraordinarias. Esta agenda incluye temas de alto impacto, como el Presupuesto 2026 y las cruciales reformas laboral y tributaria.

En este contexto, la senadora electa fue explícita sobre lo que espera de la titular del Senado: "Queremos que la vicepresidenta nos ayude a lograr que esas leyes salgan". Bullrich subrayó la necesidad de "construir una mayoría" y aseguró que Villarruel puede facilitar este proceso "sin violar el reglamento".

Por su parte, Villarruel ha mantenido una postura de defensa de su rol institucional, afirmando que su tarea es la de colaborar con el funcionamiento de la Cámara y no la de obstaculizar las iniciativas que el Gobierno pretenda aprobar. Sin embargo, la presión de Bullrich anticipa un clima hostil en el debate parlamentario y obliga a la vicepresidenta a definir su grado de apoyo político a la gestión de Javier Milei.