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Una nueva jornada de movilización social en la Ciudad de Buenos Aires culminó en un fuerte operativo represivo por parte de las fuerzas de seguridad. La protesta, que reunió a jubilados, empleados estatales, científicos, docentes y personal de la salud frente al Congreso, tenía como objetivo manifestar el rechazo a la política de ajuste del Gobierno y la derogación de decretos que afectan a diversos sectores.

La jornada, que se desarrolló de forma pacífica en sus inicios, se vio empañada por la intervención de camiones hidrantes, gases lacrimógenos y balas de goma. Los manifestantes, que reclamaban por la restitución de derechos y la asignación de presupuesto para áreas clave como la educación y la salud, se convirtieron en víctimas de la violencia policial, dejando imágenes de gran impacto.

Testimonios de un país en crisis

Mientras los legisladores debatían puertas adentro sobre decretos que buscan modificar la estructura del Estado, en las calles se escuchaban las voces de quienes sufren las consecuencias de esas decisiones.

·Jubilados: Una exdocente de 72 años, visiblemente afectada, expresó su indignación: "Nos vetan las jubilaciones y nos quieren hacer desaparecer", mientras sostenía un cartel en el que se leía: "Los jubilados también votamos".

·Trabajadores estatales: Empleados del INTA, INTI y Vialidad Nacional defendieron la importancia de su trabajo para el desarrollo nacional. "Esto no es ideología, es desarrollo nacional. Nos quieren cerrar por decreto", denunció un trabajador.

·Comunidad de la salud y la educación: Representantes del Hospital Garrahan reclamaron por la falta de insumos, mientras que miembros de la comunidad universitaria exigían fondos para poder continuar con las clases del segundo semestre.

La represión se intensificó sin que los manifestantes realizaran actos de provocación, una situación que generó críticas y puso de manifiesto el creciente clima de tensión social. La jornada culminó con la sensación de un país dividido, con un Congreso que vota decisiones que afectan profundamente a la sociedad mientras en las calles, esa misma sociedad, es reprimida por intentar ser escuchada.