“Tememos que Argentina esté abandonando a sus científicos, estudiantes y futuros líderes de la ciencia”, advierten los Nobel en el escrito y señalan que "La devaluación de los presupuestos destinados al CONICET y las Universidades Nacionales es vista no solo como una devaluación de la ciencia argentina, sino también del pueblo argentino y su futuro".
“Devaluar y/o cancelar a la ciencia argentina sería un grave error”, afirman y agregan: "Si no fue por la ciencia argentina, las causas del cáncer de pulmón y diabetes seguirían siendo un misterio por décadas. Si no fuera por la ciencia argentina, careceríamos del conocimiento y tecnología que permita a un país con pluviosidad modesta alimentar a su población y el mundo. Si no fuera por la ciencia argentina, no contaríamos con elementos clave para nuestro entendimiento del universo, desde el desarrollo de un simple virus hasta sus átomos".
Los 68 premios Nobel destacan que “devaluar o cancelar la ciencia argentina sería un grave error” y apuntan que “Cualquier economía moderna como la Argentina debe poder generar nuevas tecnologías enfocadas y aplicar otras ajenas en contextos locales”.
“Seríamos ingenuos si no comprendiéramos que cualquier país que dependa solo de este espíritu perdería su independencia económica. Pero sin una infraestructura para la ciencia, un país desciende a la indefensión y la vulnerabilidad. Sin desarrollar su propia tecnología para avanzar ni capacitar a las personas o desarrollar la infraestructura necesaria para el conocimiento científico y tecnológico de problemas nacionales y regionales, ¿en qué situación quedaría Argentina?”, se preguntan.
En otro párrafo receurdan que “Argentina es el único país de la región que ha desarrollado su propia vacuna Covid-19, construido y lanzado satélites de comunicaciones, y diseñado y construido reactores nucleares de última generación. Ocupa el puesto 10 del mundo en número de empresas de biotecnología, un logro sorprendente que promete grandes avances en medicina y agricultura. Los científicos argentinos destacan en muchas áreas, como la geología, la paleontología, la bioquímica, la biología molecular, la inmunología, la ecología, la física, la arqueología y los estudios medioambientales, atmosféricos y sociales”.
La carta concluye con un pedido al presidente Javier MIlei: “Le instamos respetuosamente a que restablezca los presupuestos de las restricciones impuestas recientemente al importantísimo sector de la ciencia y la tecnología de su país. La congelación de los programas de investigación y la disminución del número de becarios de postgrado y de jóvenes investigadores provocarán la destrucción de un sistema que costó muchos años construir”.
El escrito lleva la rúbrica de los ganadores del Nobel de Química Thomas R. Cech, Martin Chalfie, Aaron Ciechanover, Walter Gilbert, Richard Henderson, Avram Hershko, Roald Hoffmann, Brian K. Kobilka, Roger D. Kornberg, Yuan T. Lee, Robert J. Lefkowitz, Jean-Marie Lehn, Tomas Lindahl, Roderick MacKinnon, Paul L. Modrich, Jean-Pierre Sauvage, Richard R. Schrock, Sir John E. Walker, Arieh Warshel, Sir Gregory P. Winter y Kurt Wuthrich.
También firmó el ganador del Nobel de Economía Finn E. Kydland y los también laureados en el área de Medicina Harvey J. Alter, Werner Arber, Francoise Barre-Sino, Elizabeth H. Blackburn, Andrew Z. Fire, Jules A. Hoffmann, Tasuku Honjo, H. Robert Horvitz, Sir Michael Houghton, Tim Hunt, Louis J. Ignarro, William G. Kaelin Jr., Barry J. Marshall, Craig C. Mello, Edvard Moser, May-Britt Moser, Sir Paul M. Nurse, Stanley B. Prusiner, Sir Peter J. Ratcliffe, Charles M. Rice, Sir Richard J. Roberts, Michael Rosbash, Phillip A. Sharp, Susumu Tonegawa, Harold E. Varmus y Torsten N. Wiesel.
Por último, adhirieron a la moción los ganadores del Nobel de Física Barry Clark Barish, Steven Chu, Albert Fert, Andre Geim, Sheldon Glashow, David J. Gross, John L. Hall, Serge Haroche, Takaaki Kajita, Ferenc Krausz, Anthony J. Leggett, Michel Mayor, Konstantin Novoselov, Giorgio Parisi, Roger Penrose, William D. Phillips, H. David Politzer, Donna Stricland, Kip Stephen Thorne y David J. Wineland.