Sospechan que cinco de los siete imputados tuvieron un rol directo en la consumación del asesinato, mientras que los otros dos acusados participaron en la desaparición del cuerpo.
Por Ernesto Zambrini enviado especial Telam
Los investigadores del femicidio de Cecilia Strzyzowski, la joven de 28 años buscada desde el 1 de junio en la ciudad de Resistencia, sospechan que cinco de los siete imputados tuvieron un rol directo en la consumación del asesinato, mientras que los otros dos acusados participaron en la desaparición del cuerpo, informaron fuentes judiciales.
En ese marco, el Equipo Fiscal Especial (EFE) conformado para el caso por Jorge Cáceres Olivera, Jorge Gómez y Nelia Velázquez aguarda el resultado de una serie de peritajes que permitan continuar con la búsqueda de los restos de la víctima.
Fuentes judiciales informaron a Télam que, para los fiscales, Emerenciano Sena y Marcela Acuña, su hijo César, Fabiana González -asistente del matrimonio- y su pareja Gustavo Obregón tuvieron un rol directo en el crimen de Cecilia, ya que para ellos todos estuvieron en la casa de Santa María de Oro 1460, donde sospechan que ocurrió el ataque.
Por ello, al matrimonio lo imputaron por "homicidio agravado por el concurso premeditado de dos o más personas en calidad de co-autor" y a su hijo ese mismo delito más el del "vínculo y por haberse realizado en un contexto de violencia de género (femicidio)".
En tanto, a González le endilgaron el "homicidio agravado en calidad de partícipe necesario" y a Obregón como "partícipe secundario".
"Todavía estamos investigando bien el rol de cada uno en la escena pero los cinco estuvieron en la vivienda donde sucedió el hecho investigado", dijo a Télam un vocero encargado de la pesquisa.
En tanto, sobre Gustavo Melgarejo, casero del campo de la familia Sena, y su pareja Griselda Reinoso, imputados por "homicidio agravado en calidad de partícipe secundario" creen que su participación fue para deshacerse del cadáver.
El EFE todavía no pudo determinar fehacientemente cuándo fue que ocurrió el asesinato pero sospechan que muy posiblemente lo cometieron el mismo viernes 2 de junio, día que la cámara de seguridad de un vecino del frente de la casa de Sena tomó la llegada de Cecilia a las 9.15 de la mañana.
También procuraban determinar en qué momento se deshicieron del cuerpo, ya que pudo haber sido ese mismo día en una de las camionetas de los acusados o ese fin de semana, posiblemente en la chanchería de la familia que ya fue rastrillada en dos oportunidades.
Manchas que podrían ser de sangre
Por su parte, los peritajes a las manchas que podrían ser de sangre encontradas en la vivienda del matrimonio estarán entre martes y miércoles.
Además, personal de cibercrimen comenzó el jueves último con la extracción de la información a los ocho celulares secuestrados en el marco de la causa, cuatro tablets y una CPU.
Además, los pesquisas continuaban analizando las geolocalizaciones de los teléfonos con mayor profundidad para establecer un rango de búsqueda del lugar en el que pudieron deshacerse del cuerpo.
"Eso nos permitió tener una referencia por donde se estuvieron moviendo los imputados y ahora buscamos que nos indiquen la zona de dónde arrojaron los restos", precisó un vocero.
El EFE dispuso un nuevo allanamiento en la chanchería ubicada en un sitio conocido como “Granjita Abuela Ema”, a unos 5 kilómetros de la ruta nacional 16, donde hubo secuestros de restos óseos que fueron llevados por el equipo de antropología forense de Córdoba para ser examinado en sus laboratorios.
La antropóloga Anahí Ginarte y la médica forense Florencia Granton del Instituto de Medicina Forense cordobés también analizaron los restos hallados en un primer allanamiento en ese lugar y establecieron “no hay nada claramente humano” en esas muestras.
En tanto, Marcela Acuña continuabacon una huelga de hambre en la sede del Departamento de Violencia Familiar y de Género, en el que está alojada con el resto de las involucradas, dado que hace unos días le denegaron la prisión domiciliaria.
Mientras que los hombres imputados siguen detenidos en la comisaría 3ra., separados del resto de los presos e instalados en oficinas que comúnmente usa el personal policial.