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El aumento sostenido en el costo de la carne vacuna en el mercado interno argentino no se debe a la inflación doméstica, sino a la feroz presión de la demanda internacional. Así lo analizó el empresario frigorífico Abel Motte, quien advirtió que los valores han subido constantemente en los últimos meses y anticipó que la escalada "no tiene techo".


Según Motte, el mes de noviembre cerró con un aumento del 20%, llevando el acumulado anual a una suba de entre el 60% y el 70%, dependiendo del corte.

Los mercados internacionales como motor del salto

El empresario explicó que la reactivación de los mercados globales cambió por completo el panorama:

"No había mercados y de golpe se empezaron a abrir mercados muy importantes como el aumento de consumo chino, la apertura con Estados Unidos, el aumento de las cuotas y Europa también tiene un aumento importante en el consumo de carne vacuna.”

Esta conjunción de factores generó un alza de precios que no es exclusiva de Argentina, sino que afecta a todos los países exportadores como Brasil, Uruguay y Paraguay.
Motte aclaró que el mercado de hacienda responde a la ley básica de oferta y demanda. Los frigoríficos son los encargados de exportar y fijan el precio en los remates basándose en la compra internacional. El incremento de los valores que paga China —que pasaron de aproximadamente 20-22 dólares a 27-30 dólares por corte— se traslada directamente al remate, y dado que "el mercado interno se abastece de los mismos lugares", el precio para el consumidor local se dispara.

El factor crítico del stock ganadero

El problema se agrava porque la inestabilidad histórica en las políticas exportadoras (cierres y aperturas) impidió el crecimiento de la ganadería. Motte señaló:
"La oferta de cabeza de ganado que tiene la Argentina no ha crecido, pero para nada en relación al consumo mundial, entonces nos perjudica."

El desarrollo de la producción ganadera es un proceso lento y costoso, que toma "muchos años en reponerse", a diferencia de las cadenas de cerdo o pollo, que tienen un ciclo de recuperación mucho más rápido.

Cerdo y pollo: el desplazamiento del consumo

Ante el precio elevado de la carne vacuna, las proteínas alternativas han ganado terreno. Motte destacó que la carne de cerdo logró acompañar el aumento de la demanda gracias a su capacidad de recuperación acelerada y los avances genéticos.

El empresario ejemplificó la transformación productiva porcina: una cerda que hace dos años producía 11 o 12 lechones, hoy produce 16 o 17. Esto impulsó un crecimiento "tremendo" en el volumen de faena del país.

Este aumento de la oferta se reflejó en los precios relativos. Hace dos décadas, el kilo de pechito de cerdo era más caro que un asado de ternera; hoy, un corte de cerdo puede costar la mitad de un asado vacuno.

Motte concluyó que, aunque el paladar argentino es fiel a la carne vacuna, el cambio de hábito será inevitable y estará dictado por la economía doméstica. La "billetera" obligará a los consumidores a optar por carnes más accesibles, lo que ya se evidencia en la recesión del consumo de carne vacuna.