El incumplimiento en el pago de créditos ha alcanzado su punto más alto desde 2010. En julio, la morosidad en los préstamos a familias subió a un 5.7%, marcando nueve meses consecutivos de crecimiento. El informe, basado en datos del Banco Central, revela que el problema se concentra en el crédito al consumo.
Las tarjetas de crédito y los préstamos personales son los más afectados, con índices de morosidad que superan el 7% y 5% respectivamente, cifras que no tienen precedentes.
En contraste, los préstamos hipotecarios han mostrado una ligera mejora.
Según los analistas, este deterioro se debe a la caída del poder adquisitivo y a la desaceleración de la inflación, lo que impide que las cuotas se licúen tan rápido como antes.
La situación en el sector corporativo
Aunque la morosidad global, que incluye a las empresas, es del 3.2%, los especialistas advierten que la situación podría empeorar. El costo del financiamiento para las compañías se disparó, lo que pone en riesgo las cadenas de pago y amenaza con una contracción económica aún mayor. Un informe de la consultora C-P señala que la falta de financiamiento ya ha provocado una caída de casi un billón de pesos en los adelantos en cuenta corriente de las empresas.