Tras el adiós de Luis Scola en Tokio 2020, el recuerdo de Emanuel Ginóbili, Sergio Hernández y Andrés Nocioni para quien es, probablemente, el deportista argentino más ejemplar de este siglo.

Luis Scola rompió paradigmas, ya sea como basquetbolista por mantenerse en lo alto de la competencia internacional con 41 años, o por su liderazgo dentro de cada equipo en el que estuvo, pero en especial por la representación con la camiseta del seleccionado argentino.

Es por eso que su liderazgo como capitán nacional resultó un estandarte en el Mundial de China 2019, en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y en el proceso previo a la clasificación, cuando con el ejemplo llevó a un nuevo equipo, ya sin las figuras de Emanuel Ginóbili, Andrés Nocioni y Fabricio Oberto, entre otros, a una nueva final del mundo y en consecuencia a la participación olímpica.

Tal vez, la foto que mejor reflejó y sintetizó su capacidad de liderar quedó grabada en el consuelo al entrenador, Sergio Hernández, al que él le anticipó que ese grupo estaba para jugar una semifinal como "mínimo", en la previa de un campeonato mundial de 2019 que se presentaba como imposible por la categoría de Francia, Serbia, España y Estados Unidos.

Y dos años después, apenas confirmada la salida de Scola tras quedar afuera de Tokio 2020 a manos de Australia (97-59), el DT contó: "La relación con Luis Scola empezó conmigo como maestro y él como alumno, y termina al revés. Yo con él aprendí que ganar no es lo más importante: lo más importante es honrar cada segundo lo que hacés en la vida, hagas lo que hagas".

Las palabras del DT tienen un correlato con lo que había contado en 2019 durante una rueda de prensa: "Hace un año, después de un partido, no me acuerdo si de entrenamiento u oficial con la Selección Argentina, Scola me habló después del juego: 'coach, tenemos que hablar con el equipo acerca de las semifinales del Mundial, podemos jugar las semifinales. Si queremos ir a Tokio 2020, necesitamos jugar las semifinales y podemos hacerlo', me dijo".

Hernández le replicó: "¿Estás seguro? Ok, vos lo sabés mejor que nadie", y destacó que "él jugó diez años en Europa, en la NBA como otros diez años también. Este es su quinto Mundial, ahora va a su cuarto o quinto Juego Olímpico, por eso es 'el hombre' del equipo", argumentó.

El diálogo anticipó un rendimiento único para un jugador de su edad, que terminó dentro del quinteto ideal de China 2019 y se quedó con el récord de mayores presencias en los mundiales y con el de goleador.

Los elogios en estos años se extendieron a sus excompañeros: Emanuel Ginóbili, el mejor argentino de todos los tiempos en el básquet, dijo en mayo 2020: "A Scola hay que sacarlo con un tiro en la frente para que no juegue los Juegos Olímpicos después de todo lo que hizo para clasificar. Se merece terminar jugando con la camiseta que le dio tantas alegrías y a la que tantas alegrías le dio".

En ese momento los Juegos Olímpicos, como la vida entera, era una incógnita mundial frente al avance de la pandemia de coronavirus, que finalmente afectó a la cita deportiva con la ausencia del público y la aplicación de diversos protocolos sanitarios.

La imagen utilizada por Ginóbili, el único basquetbolista argentino que ingresó por ahora al Salón de la Fama de la NBA de los Estados Unidos y con cuatro anillos ganados en la competencia por excelencia en el mundo, sintetizó el amor de Scola por la Argentina y su capacidad de reinventarse a más de 17 años de la medalla dorada en Atenas.

Por último, Nocioni, reconocido por su entrega en la cancha, redundó en esas palabras cuando aseguró: "Si él dice 'vamos a entrenar con la Selección' no se queda tomando mate con Sergio Hernández, se pone y lo hace. No habla mucho pero predica con el ejemplo".

Scola deja un legado que ahora será tomado por Facundo Campazzo, Patricio Garino, Nicolás Laprovíttola, Gabriel Deck y Marcos Delía. Él los hizo mejores y ellos le mantuvieron el fuego prendido, al punto que se volvió de su paso por la Liga de China y decidió irse a Italia para probar dos años y llegar a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, sueño que no se frustró a pesar de la pandemia del coronavirus.

Claro, los aplausos finales de un vacío estadio de Saitama, con el reconocimiento de sus rivales y hasta incluso de los árbitros, dejaron la incógnita de cómo se hubiese ido con el público argentino desde las tribunas.