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El otorgamiento de un título de escritorio por parte de la AFA no solo resta brillo a su logro, sino que alimenta el escepticismo público y avala la percepción de privilegios ocultos en Viamonte.


El mérito devaluado

La polémica no gira en torno al desempeño deportivo. Nadie puede objetar la jerarquía de Ángel Di María, la solidez defensiva con Jorge Broun, la destreza de Mallo o la capacidad goleadora de Alejo Véliz. Central quizás se merecía ser coronado, pero los goles y los campeonatos no se merecen.. se hacen o se ganan. Como se hace en todas las ligas serias del mundo, donde el equipo que más puntos cosecha se lleva el trofeo y la estrella.

El problema radica en la oscura metodología de la AFA. La imagen del cuerpo técnico y los capitanes abandonando las oficinas de la Liga Profesional con una copa improvisada no hace más que contaminar el éxito que obtuvieron en la cancha. Incluso el club parecía no estar al tanto: la cancelación de una conferencia de prensa de Véliz para que el equipo viajara de urgencia a la AFA, bajo el pretexto de un "cambio de turno", evidencia el caos y la improvisación.

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El reinado de la modificación obscena

Lo que se cuestiona es la obscenidad con la que se alteran los reglamentos mientras las competencias están en curso. Este no es un incidente aislado bajo la gestión de "Chiqui" Tapia, sino un patrón destructivo:

Suspensión de Descensos: en octubre de 2024, coincidiendo con la ratificación de Tapia en su cargo, se suspendieron los descensos en Primera División.
Reducción de Cupos: en pleno campeonato 2023, uno de los tres descensos programados fue cancelado, salvando a un equipo.

Cambio de Supercopa: cuando Patronato ganó la Copa Argentina, obtuvo el derecho a jugar la Supercopa Argentina contra Boca. Esto fue modificado abruptamente para crear la Supercopa Internacional en Abu Dabi, reemplazando al campeón de Copa por Racing (el mejor de la tabla anual).

Estos antecedentes, sumados a los escándalos arbitrales permanentes, las sanciones levantadas "según la cara del cliente" (como sucedió con Racing), o el origen dudoso de los recursos para nuevos estadios (Barracas), confirman que la falta de transparencia es una constante.

Rosario Central fue víctima y, a la vez, beneficiario de este desgobierno. Hizo todo bien, pero la impericia y el desapego por las normas que imperan en nuestro fútbol han puesto en tela de juicio su estrella. Las reglas son el cimiento del deporte; no se puede cambiar de caballo en la mitad del río sin ahogar la credibilidad.