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El entrenador campeón de la Copa Libertadores 2007 falleció a los 69 años en Buenos Aires, tras una larga batalla contra el cáncer que dejó una huella imborrable en cada club que dirigió.

El fútbol argentino se tiñó de luto este miércoles tras confirmarse el fallecimiento de Miguel Ángel Russo a los 69 años de edad en su domicilio de la Ciudad de Buenos Aires. El histórico director técnico de Boca Juniors, acompañado por sus seres queridos, venía atravesando un delicado estado de salud desde 2017 a causa de un cáncer detectado mientras dirigía a Millonarios de Colombia.

Según trascendió, la causa del deceso habría sido un paro cardíaco luego de que su cuadro se agravara en las últimas semanas. Pese a su reconocida fortaleza y su empeño por mantenerse activo, las reiteradas internaciones lo habían obligado a reducir su presencia en el banco de suplentes de Boca Juniors, equipo al que regresó en 2020.

Una batalla silenciosa y su vínculo inseparable con el fútbol

Desde aquel diagnóstico hace ocho años, Russo encaró distintos tratamientos y fue sometido a dos cirugías, demostrando una resiliencia notable. Jamás se desvinculó de su pasión, el fútbol, y continuó dirigiendo en momentos complejos de salud, dejando un legado de profesionalismo y entrega.

Su última aparición pública fue captada el pasado 23 de septiembre en el predio de Boca. El club difundió una fotografía que hoy cobra valor de despedida, donde se lo veía sonriente junto al vicepresidente de la institución, Juan Román Riquelme, en un emotivo abrazo.

Miguel Ángel Russo no solo será recordado por su palmarés, sino por su señorío y su trayectoria que abarcó a múltiples clubes, siendo su mayor hito la obtención de la Copa Libertadores 2007 con el Xeneize. Su partida deja un enorme vacío en el deporte nacional.