Conoció la gloria de integrar el seleccionado nacional, jugar en River Plate y equipos de primera en otros países. Volvió a Neuquén para apoyar a sus hijos Jair e Ian que se sumaron al Club Pacífico.
Era chico y con su zurda acunaba sueños en la escuelita de fútbol de Circulo Policial de Zapala, en algún potrero o baldío como tantos otros pibes argentinos. Sólo que él, entre el viento y la pelota, lo logró: el zapalino Rubens Sambueza representó a su ciudad natal y enarboló la bandera neuquina por la Argentina y el mundo con su mágico fútbol.
Después de pasar de la escuelita al club Don Bosco, se fue a probar en un torneo a San Martín de los Andes. Allí lo vieron reclutadores de River Plate y lo llevaron a Buenos Aires. “Me eligieron con 14 años”, recordó. Viajaron quince chicos. Después de las pruebas, quedaron seleccionados solo dos. Él era uno de ellos. Ingresó entonces a la pensión de River, bajo las órdenes del Profesor Delem – apodo con el que se conoció al descubridor de talentos y formador de jugadores infantiles Vladem Lázaro Ruiz Quevedo- y cumplió allí los 15 años.
Después tuvo “un toque de suerte”, según dice, aunque reconoce que a la suerte hay que ayudarla con mucho esfuerzo. Lo eligieron para la selección nacional sub-15 que dirigía Hugo Tocalli y Miguel Tojo. Más tarde llegó la convocatoria a la Sub-17 que conducía José Pekerman. “Ya en el club me miraban con otros ojos por estar en la selección”, admite.
En River lo dirigían Gabriel Rodríguez y Jorge Luis “Vitrola” Ghiso en la Reserva y jugaba en la previa a la Primera que conducía Ramon Díaz. “Salimos campeones con un grupo tremendo. Estaban (Javier) Mascherano, (Fernando) Cavenaghi, Maxi López, Juan Pablo Carrizo, (Oscar) Ahumada -enumera-; en ese año Manuel Pellegrini me lleva y hace debutar en primera con jugadores como Marcelo Gallardo, (Martín) Demichelis, Celso Ayala, (Eduardo) Tuzzio, Nelson Vivas, Lucho González, (Eduardo) `Chacho` Coudet, el chileno Marcelo Salas, campeones en el 2003”.
El origen el apodo
A Sambueza lo apodaron “Cañito” y esa es toda una anécdota: Fue en un partido de reserva contra la primera cuando le hizo un caño de ida y vuelta a Nelson Vivas, quien jugaba en la Selección Argentina de Marcelo Bielsa. “Primero se enojó, me empujo y los compañeros lo frenaron porque estaban filmando el entrenamiento y lo pasaban por la tele en aquella época”, comenta entre risas sobre el origen de su apodo.
Carrera internacional
Después llegó el despegue internacional. En el 2007 pasó a Pumas de Unam en México adonde estuvo un año. Luego volvió a River con Diego “El Cholo” Simeone como DT. No se quedó allí, sino que pasó al Flamengo de Brasil. En 2009 volvió al país azteca pero esta vez al club Estudiantes Tecos, después de una buena temporada fue comprado por el club América de México. “El mejor de aquel país”, afirma.
En el América estuvo cinco temporadas. “Mis mejores temporadas. A punto tal que fui varias veces campeón, goleador y mejor futbolista extranjero y MVP”. De hecho, su desempeño determinó que lo citaran del seleccionado mejicano para ir al Mundial 2014 de Brasil. Sin embargo, no pude hacerlo ya que había jugado para la Argentina en Juveniles y en aquel entonces había una regla que lo impedía. “Hoy esa regla no existe”, aclara al reconocer que “fue mi gran espina o deseo por cumplir”.
Después siguió jugando en clubes como el Toluca, León, Pachuca y San Luis, del 2017 al 2023. “Ahí, ya con 39 años y aún en alta competencia, me vine a la Argentina a Deportivo Maipú de Mendoza, en el Nacional B, donde jugué un año y decidí colgar los botines, dejar el fútbol, antes que el fútbol me dejara a mí”, explica, aunque tenía resto para seguir jugando. “En Mendoza los dirigentes me propusieron tomar las riendas como entrenador DT en agradecimiento por haber llegado allí, pero luego de unos malos resultados, como es obvio en el fútbol argentino, fui el fusible y tuve que renunciar al cargo”.
Ya instalado en el país, volvió a su primer amor profesional cuando lo convocaron para jugar y mostrar su zurda mágica en el equipo Senior de River, a las órdenes de Máximo Gallardo (padre del Muñeco). Con el bajo perfil que lo caracteriza Rubens pudo haber pasado desapercibido por los grandes flashes, pero no para su gente y afectos de Zapala.
Aunque jugó en varios países y tuvo grandes oportunidades él nunca olvidó su provincia. Tal vez haya sido por eso que cuando el club Pacífico de Neuquén contrató a sus hijos Jair (19) e Ian (18) para jugar el Torneo Regional Amateur Federal no dudó en regresar a la tierra que lo vio nacer y acompañarlos en esta experiencia.
El ímpetu que lo llevó de Zapala al Mundo, esa fuerza que tenía desde chico para proponerse metas y alcanzar sus sueños, se lo trasladó a sus hijos. Como la sangre neuquina que corre en sus venas.