El amor por la música y el hecho de elegirla como profesión puede venir, en algunos casos, de lugares misteriosos, inexplicables, azarosos; en otros, las razones están más a la vista. Rosario, Patricia, Julia, Hilda, Mavi, Marilina y María Rosa: madres que transmitieron esa pasión.
Por Carolina Santos y Silvia Arcidiácono

Rosario y Nina

Es sabido, y es infinito, lo que aportó Rosario Bléfari como artista a la cultura argentina. Música, escritora, actriz, su temprana partida de este mundo, a sus 54 años, el 6 de julio de 2020, dejó en el aire una sensación de tristeza inconmensurable. En vísperas del Día de la Madre, vale la pena volver a una imagen inolvidable: su presencia en el escenario del Festival Argentina en Vivo II, de 2001, cantando “Río Paraná”, en pleno embarazo de su hija Nina, con su enorme panza al aire.

Esta imagen tiene un gran carácter disruptivo. Como señalan los musicólogos españoles Eduardo y Laura Viñuela, “la codificación masculina del rock como oposición a lo femenino se hace evidente si consideramos el caso de la maternidad, que representa todas las características de lo doméstico: cuidados, amor carente de connotaciones sexuales, olvido del yo para dedicarse totalmente a los demás, etc., es decir, lo contrario al “sexo, drogas y rock and roll”.

Pero esa codificación masculina del rock que pone a la maternidad como antítesis, quedó suspendida, contradicha, refutada, aquella noche, mientras algo diferente sucedía gracias a Rosario Bléfari, su niña en la panza, y su “Río Paraná”.

Esa bebé en la panza de Rosario hoy es la cantante Nina Suárez, quien tiene dos singles publicados y va en camino de lanzar el primer disco de su banda, que no tiene nombre rimbombante ni artístico, simplemente “Nina Suárez”. Nada más ni nada menos.

Lejos de encasillarse en algo, la joven que nació en 2001 ya haya hecho su paso por la actuación en cine y en teatro y también se dedica a la literatura y produce desde la autogestión como lo hizo Rosario. “Siempre vi a mi vieja trabajando mucho, haciendo todo (…) Espero haber absorbido algo de todo eso”, dice Nina en una entrevista radial. La música continúa.

Cuando Patricia Sosa irrumpió en la escena del rock pesado a comienzos de los años 80 junto a su banda, La Torre, y ya podía vislumbrarse que su voz, su impronta, su talento, habían llegado para quedarse en la historia de la música popular argentina. La revista Pelo le realizó una extensa entrevista en donde, entre otras cosas, le preguntaba: “¿Y qué puede pasar si un día tenés hijos?”. Casi tres décadas después, la respuesta quedó a la vista.

Patricia Sosa se convirtió en el ícono femenino del rock pesado, luego continuó su camino solista con rumbo en la canción melódica.

¿Y qué pudo pasar cuando tuvo una hija? Pasó que le escribió la noche anterior a que empezara la escuela primaria en “Aprender a volar” , uno de los tantos éxitos de la cantautora. Y pasó también que su hija, Marta Mediavilla, pronto creció, y también eligió el camino de la música.

Luego de tres décadas de aquella pregunta que le hicieran a la cantante de La Torre, será la voz extraordinaria de su hija la que acompañe en los coros a su madre, en las presentaciones del 9 y 10 de junio de 2012 cuando La Torre volvió en ocasión del disco “Desde La Torre” que Patricia grabó en homenaje a su banda legendaria. Un show donde además brindó en versión rockera, aquella canción que le compuso a Marta.
Con la voz de Julia Zenko hubiera bastado para embellecer el universo, pero hay más: las de sus dos hijas, Laura Gonzales y Elis García.

Elis recuerda su infancia jugando en los pasillos y camarines de teatros en donde Julia hacía temporadas de obras musicales; nada la hacía más feliz que estar ahí, ver a su mamá cantar, desde el costado del escenario, y que la música la envuelva, la cobije.

Todavía hoy puede sentir el perfume que flotaba en el camarín de Julia, y con la dedicación que la cantante lo adornaba, en el teatro que fuera, porque lo convertía en un hogar. Hoy es Elis García quien también adorna su camarín del Teatro Astral, y luego sale a escena con su voz maravillosa como una de las protagonistas de la obra musical “Tita, llamarada pasional”, un homenaje a Tita Merello.

La música fue siempre la casa de Julia Zenko, y de sus hijas, y eso queda en evidencia cuando comparten escenario las tres juntas, tal fue el caso de cuando hicieron el espectáculo “Juntas somos más”.