Len Gieco Foto archivo

Parte de su esencia es la conexión. Con todo: porque recorrió Argentina como ningún otro, respaldó causas sociales, puso voz y guitarra al servicio de sus valores. Con todos: desde Mercedes Sosa hasta Charly, pasando por Tarragó Ross, Ataque 77, Agarrate Catalina y tantos más. Tantos Giecos como melodías, como letras, como músicos, hay en él y en su historia; he aquí, algunas paradas-canciones de ese largo viaje.

Por Gabriel Sánchez Sorondo

Un poeta-cronista, el que capta, el que irradia, el que canta porque ve, porque escucha; el que alza su voz y la convierte en plegaria de millones: es el León que abrió el pecho para recibir y lo resonó en sus cuerdas para hacerlo multitud. Y es, a su vez, quien lo cantó con sus pares, conectando, sembrando, multiplicando. Estas son sus melodías y sus versos, instalados para siempre en nosotros, a lo largo de un camino compartido.

En el país de la libertad


Tema uno del lado A (épocas de vinilo) que abre el primer disco del trovador, grabado en 1973 y titulado “León Gieco”. Raúl Alberto Antonio Gieco había llegado con dieciocho años desde su Cañada Rosquín natal, en la provincia de Santa Fe, poco tiempo antes de acceder a un estudio de grabación. Esta canción fue una de las que convenció a Litto Nebbia de que ese rubión ex folclorista merecía una mano. Participó del disco un precoz Ara Tokatlián, luego fundador de Arco Iris. Otro miembro de la misma banda, Gustavo Santaolalla, produjo el álbum, bautizando una sociedad que cumpliría décadas. En sus letras, el animismo y la protesta eran ya una marca propia en el contexto dictatorial, previo al regreso de Perón.

Hombres de hierro


Del mismo primer disco, una letra tan demoledora, como los verdugos a los que señalaba. Y con el alma empuñada, la poesía altísima: “Puntas agudas ensucian el cielo/ Como la sangre en la tierra (…) Gente que avanza se puede matar/ Pero los pensamientos quedarán”. Suele contar León, con humor y ternura ante su voraz juventud, que inconscientemente plagió en estos, los acordes de Dylan en “Blowind in the wind”. Pero lo cierto es que el argentino sopló todavía mucho más fuerte su verdad: se la gritaba a una dictadura que no quería irse y que pudo haberlo matado.

La mamá de Jimmy


Uno de los pocos rocanroles del cancionista con letra de agudo filo social de total vigencia: “La mamá de Jimmy es una inglesa/ que critica esta tierra/ pero no se da cuenta/ de que en el sur están sus ovejas”. Primer tema del primer lado del único disco (1976) del supergrupo “Porsuigieco” que impulsó Charly García. Allí, León tocó, además, con Raúl Porchetto, Nito Mestre y María Rosa Yorio.

La colina de la vida


Otra de las gemas versionadas por formaciones tan disímiles como Attaque 77, Las Pelotas, Pequeña Orquesta Reincidentes, entre otras. León la compuso en 1974 y la grabó por primera vez en el disco homónimo de Porsuigieco (1976). Una lírica particular, íntima y testimonial a la vez: “La realidad duerme sola en un entierro/ Y camina triste por el sueño del más bueno/ La realidad baila sola en la mentira/ Y en un bolsillo tiene amor y alegrías/ Un dios de fantasías/ La guerra y la poesía”. En este registro, a dúo con el enorme Víctor Heredia.

El Fantasma de Canterville


Única excepción en este seleccionado. Un regalo de Charly a su amigo, el trovador. No es de León, pero él supo hacerla suya hasta darle esencia de absoluta identidad. Tanto, que incluso tituló "El fantasma de Canterville" a su propio disco (el tercero) lanzado en 1977. La dictadura prohibió la primera versión grabada. León insistió, volvió a grabarlo y lo obligaron a reformular partes de la letra. Aquí, una gran versión grabada en 2015 junto a la Banda Sinfónica Nacional de Ciegos en La Ballena Azul del Centro Cultural Kirchner.