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“Es un hallazgo increíble porque no solamente estaba el cráneo, sino que éste estaba articulado al cuello completo, a todas las vértebras”, destacó Leonardo Filippi, autor principal del trabajo publicado sobre dicho descubrimiento.

Científicos del Conicet, junto a colegas de otras instituciones, descubrieron a un nuevo dinosaurio saurópodo titanosaurio casi completo, que vivió hace aproximadamente unos 86 millones de años en la provincia de Neuquén.

Leonardo Filippi investigador del Conicet en el Museo municipal Argentino Urquiza Foto Gentileza

Se trata del Inawentu oslatus, del Cretácico Superior de la Patagonia, encontrado en el área conocida como La Invernada, ubicada en la localidad neuquina de Rincón de los Sauces, informó el organismo nacional, a través de un comunicado.

“Es un hallazgo increíble porque no solamente estaba el cráneo, sino que éste estaba articulado al cuello completo, a todas las vértebras dorsales y al sacro con los iliones”, destacó Leonardo Filippi, investigador del Conicet en el Museo municipal Argentino Urquiza y autor principal del trabajo publicado sobre dicho descubrimiento en la revista Cretaceous Research.

Ilustracin Gabriel Lio

Se trata del Inawentu oslatus, del Cretácico Superior de la Patagonia, encontrado en el área conocida como La Invernada, ubicada en la localidad neuquina de Rincón de los Sauces.

“Lo único que le falta son las extremidades, algunos huesos de la pelvis y la cola”, y resaltó que “el resto está todo entero, incluso tenía algunas costillas dorsales articuladas”.

El descubrimiento de los fósiles tuvo lugar en el año 2014, cuando los científicos se encontraban desenterrando restos de un abelisáurido y, a pocos metros, encontraron un hueso que asomaba desde la tierra. Pero, recién en 2015 pudieron volver a continuar con los trabajos.


“Cuando el material estuvo preparado nos dimos cuenta de que este cráneo tenía características particulares, fundamentalmente en su mandíbula”, contó Filippi.

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El especialista detalló que “el maxilar es bastante ancho transversalmente, y el dentario es cuadrangular en su parte anterior, algo que le confería un hocico notablemente ancho”, y agregó que “esa es una característica registrada en otros titanosaurios, principalmente en un grupo de saurópodos mucho más antiguos, los rebaquisáurios”.

Dicha característica “estaba vinculada con sus hábitos alimenticios, ya que eran animales que comían vegetación que estaba más bien al ras del suelo, en lugar de la parte alta de los árboles”, explicó.

Por ello, al observar rasgos anatómicos convergentes con saurópodos rebaquisáuridos, se determinó su nombre “inawentu”, cuyo significado es “imitador” en lengua mapuche.

Ariel Méndez, investigador del Conicet en el Instituto Patagónico de Geología y Paleontología (IPGP) de Puerto Madryn, señaló que “los rebaquisáuridos tenían la función de alimentarse de la vegetación baja un par de millones de años antes, pero habían desaparecido y no teníamos evidencia de quiénes, en esta zona, eran los que ocupaban ese lugar”.

“Hoy sabemos que estaba este tipo de titanosaurios, con estas características que ocupaban ese rol ecológico, y que compartían el espacio y el tiempo con saurópodos titanosaurios que tenían otras características y que, posiblemente, se encargaran de alimentarse de la vegetación de altura”, contó el científico.

Méndez indicó que este tipo de descubrimientos “nos permite entender un poco cómo eran aquellos ecosistemas”.

“Empezamos con los saurópodos que comían la vegetación más alta, después encontramos los dinosaurios carnívoros que posiblemente predaran sobre ellos; y encontramos otro tipo de dinosaurios herbívoros, bípedos más pequeños, corredores, que son los ornitópodos, así como tortugas y cocodrilos, todo en la misma zona”, detalló.

"Lo que queremos saber es cómo estaban formados esos ecosistemas del pasado, quiénes eran los actores y qué rol cumplía cada uno”
Ariel Méndez

“Estamos haciendo análisis palinológicos para tratar de entender también cómo estaba compuesta la vegetación en ese momento, en ese lugar”, y agregó que “los estudios geológicos nos dicen que era una zona de ríos y meandros, lo que permite ir armando de a poco todo este rompecabezas”.

“En definitiva, lo que queremos saber es cómo estaban formados esos ecosistemas del pasado, quiénes eran los actores y qué rol cumplía cada uno”, concluyó Méndez.

De la investigación participaron científicos del Conicet junto a especialistas del IPGP; del Instituto Multidisciplinario de Investigaciones Biológicas de San Luis (Conicet-UNSL); la Secretaría de Cultura de la provincia de Río Negro; la Fundación Félix de Azara -Universidad Maimónides; y el Museo provincial de Ciencias Naturales “Prof. Dr. Juan Olsacher”.