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El recientemente inaugurado Parque de la Convivencia en Plaza Huincul, un espacio diseñado para el esparcimiento familiar y la integración social, se ha convertido en el blanco de una preocupante seguidilla de hechos de vandalismo. A pesar de los esfuerzos municipales por mantener y reparar las instalaciones, la desidia de algunos ciudadanos vuelve a poner en jaque el patrimonio de toda la comunidad.

Una historia que se repite: arreglos que duran poco

El foco del conflicto se centra nuevamente en los juegos de aros, una de las atracciones del predio. No es la primera vez que estos elementos sufren daños; de hecho, habían sido reparados hace muy pocos días tras un ataque previo que los dejó fuera de servicio. Sin embargo, la inversión de tiempo y recursos públicos parece no ser suficiente frente a la conducta de quienes confunden el uso de los espacios públicos con la destrucción.

Una imagen reciente ha encendido las alarmas y la indignación en las redes sociales: se observa a un joven realizando maniobras totalmente ajenas al propósito del juego, ejerciendo un peso y una tensión para los que la estructura no está diseñada. Este tipo de actos, lejos de ser una "travesura", representan un daño directo a una infraestructura que todavía tiene el brillo de lo nuevo.

La contradicción de un nombre: ¿Dónde está la convivencia?

El nombre del parque no fue elegido al azar. El concepto de "Convivencia" busca fomentar el respeto mutuo y el cuidado de lo que es de todos. No obstante, los hechos demuestran una realidad opuesta. Desde el Municipio han manifestado su frustración ante la rapidez con la que los juegos son vandalizados una vez que son puestos en valor.