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Tras 15 días de una lucha intensa en cuidados críticos, falleció Miguel Esteban Contreras, el chofer de 44 años que había sido accidentalmente alcanzado por el veneno de una yarará. El trabajador, oriundo de Buenos Aires, se encontraba cumpliendo funciones en la zona de Cutral Co cuando ocurrió el incidente que finalmente le cobró la vida en un centro de salud de Cipolletti.

Un descuido fatal en la oscuridad

El incidente se produjo durante la jornada laboral de Contreras, entre la noche del 5 y la madrugada del 6 de diciembre. Según los testimonios de su entorno familiar, Miguel detuvo su marcha en la zona petrolera para realizar una revisión de rutina y asistir al baño. En ese momento, sintió un leve pinchazo en la pierna.

Al no divisar al animal debido a la falta de luz, subió nuevamente a su cabina para descansar, restándole importancia a lo que creía era una picadura menor. Sin embargo, el veneno comenzó a actuar de inmediato en su organismo.

El pedido de auxilio y la agonía

La gravedad del cuadro se manifestó pocas horas después. Alrededor de las 6:00 a. m., Contreras despertó con síntomas alarmantes:

·Dolores agudos: Sufría molestias extremas en la zona renal y en sus extremidades.

·Hemorragias: Comenzó a presentar expectoración con sangre, una señal clara de la toxicidad del veneno.

A pesar del malestar, tuvo la entereza de conducir hasta un puesto de control policial para solicitar asistencia. Fue derivado de urgencia al Policlínico de Cipolletti, donde permaneció en terapia intensiva con pronóstico reservado hasta su fallecimiento.

Una familia que pide ayuda

El deceso de Miguel no solo deja un vacío emocional inmenso, sino también una situación desesperante para su familia. Sus seres queridos se trasladaron desde Buenos Aires para acompañar sus últimos momentos y ahora enfrentan la compleja logística y los costos del traslado, por lo que han apelado a la solidaridad de la comunidad.

En el sector del transporte, la noticia ha causado un profundo impacto, reabriendo el debate sobre los riesgos constantes a los que se exponen los trabajadores que transitan las rutas de la estepa patagónica.