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En enero del 2025 el exmandatario uruguayo anunció que su cáncer se había expandido por todo su cuerpo y que no se sometería a más tratamientos.

El expresidente José Mujica, uno de los líderes emblemáticos del izquierdista Frente Amplio (FA) y el grupo guerrillero "Tupamaros", falleció hoy a los 89 años de edad luego de que su salud se fuera deteriorando como consecuencia de un cáncer de esófago, que luego se extendió al hígado. Una muestra de un mayor agravamiento en su estado fue el hecho de no haber ido a votar el domingo en las elecciones departamentales, en donde se vio sufragar a su esposa, la exvicepresidenta Lucía Topolansky, quien en las últimas horas dijo que el exmandatario estaba "en la meseta".

Mujica anunció el empeoramiento de su salud el jueves 9 de enero, cuando hizo pública la extensión del cáncer de esófago que trató durante buena parte del 2024 hacia el hígado. "Me estoy muriendo", afirmó entonces, cuando además pidió que le dejaran transitar tranquilo la última etapa de su vida: "el guerrero tiene derecho a su descanso", subrayó.

 

De esta manera, y tal y como había prometido, militó hasta el último momento, a través de presencias en actos y, mayormente, con entrevistas y participación en spots desde su chacra.

Además de ser un histórico líder tanto de su sector como del Frente Amplio, Mujica fue presidente de Uruguay entre el 2010 y el 2015. Catalogado como uno de los mandatarios más progresistas de América Latina, incluso entre sus pares contemporáneos de lo que se llamó la “Patria Grande”, en una ola de gobiernos con tendencias de izquierda en la región; su gobierno puso al país a la vanguardia de los derechos individuales con la despenalización del aborto, el matrimonio igualitario y la regulación del consumo de cannabis.

Su carrera política profesional comenzó en 1989, cuando fue elegido diputado y, luego, senador por el Frente Amplio. También ocupó el cargo de ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) entre 2005 y 2008, durante el primer gobierno frenteamplista de Tabaré Vázquez. Tras terminar su mandato como el 40° presidente de Uruguay, fue elegido senador nuevamente por dos períodos consecutivos, aunque en octubre de 2020 renunció a su banca. "Me ha echado la pandemia", dijo en plena crisis por el Covid-19, refiriendo la necesidad de cuidarse por una enfermedad autoinmune que padecía y que también complicó la lucha contra el cáncer.

Su historia política comenzó mucho antes, en la década de 1970 con su militancia en el Movimiento de Liberación Nacional - Tupamaros (MLN-T), y por la que fue preso político entre 1972 y 1985, durante la dictadura cívico-militar, junto con su esposa Lucía Topolansky.

"Me bañaba con un vaso de agua y un trapito como la gente del desierto. Y en absoluta soledad, con alguna visita de mis familiares una vez por mes, de mi madre particularmente. Fue duro”, relató en una entrevista muchos años después y reconoció que de su detención “aprendió a no dejarse dominar por el odio y el fanatismo, y entender que hay cuentas que no se cobran y que hay que vivir para adelante”.

Esa visión moderada sobre las consecuencias de la dictadura, que en su gobierno se tradujo en la oposición a eliminar la ley de Caducidad, le valió varias críticas de organizaciones de familiares de desaparecidos, con las que polemizó también en los últimos meses de su vida tras afirmar que hubo testimonios falsos para encarcelar militares.