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Un joven salvó su vida de milagro pero deberá afrontar las consecuencias físicas que le dejó: la fractura de dos vértebras cervicales y el pómulo. (foto ilustrativa)

Todo sucedió en el puente de la isla 132, un lugar desde donde los adolescentes suelen practicar “clavados”. El herido estaba en el lugar con su papá, quien lo animó a arrojarse al río desde la altura.

Gastón Gaona, del sindicato de Guardavidas contó lo que vino después. “El menor se tiró de cabeza desde el puente, golpeó el fondo y quedó desmayado en el agua. Nuestro compañero acudió rápidamente con una tabla inflable, lo cargó y lo sacó a la costa”.

El chico fue derivado inmediatamente a un centro asistencial donde se comprobó la gravedad de las lesiones y recibió atención adecuada.

Los Guardavidas afirman que el salto desde el puente del río Grande se convirtió con el paso de los años en un “clásico”, pero destacaron que es de alto riesgo. “Lo de este chico es una advertencia. Se salvó pero pudo haber sido trágico. Afortunadamente para él había un compañero cerca que le dio asistencia inmediata porque quedó flotando boca abajo desmayado”, explicó.

“En el fondo nadie sabe qué hay. Se tiran a ciegas y ya hemos tenido casos de cortaduras graves, pero insisten en tirarse desde ahí”, insistieron.