Con un toque de sirena y acompañado con aplausos de una multitud, el cajón que traslada los restos mortales de José Rioseco, llegó al cementerio de la ciudad. En medio de muestras de dolor, el cajón fue transportado por Ramón y Enzo Rioseco. Detrás, otros integrantes de la familia ayudaron a cargar el féretro. Finalmente, en medio de un respetuoso silencio, fue inhumado.