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El 50 aniversario del crimen del cura villero Cargos Mugica fue conmemorado hoy con una multitudinaria misa en el Luna Park, en la que se leyó una carta del papa Francisco con un llamado a que “la grieta se termine” y duros pronunciamientos del arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva y del equipo de sacerdotes destinado a las villas de todo el país.

La Iglesia Católica realizó este domingo un homenaje a Mugica, con una peregrinación que partió de la Catedral metropolitana y se dirigió al Luna Park, donde García Cuerva; el presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea y decenas de obispos y sacerdotes concelebraron la misa, a la que también se sumaron dirigentes políticos.


“Qué todos podamos buscar lugares de integración descartando la descalificación del otro. Qué la grieta se termine, no con silencios y complicidades, sino mirándonos a los ojos, reconociendo errores y erradicando la exclusión”, expresó el papa Francisco en su carta, leída al término de la celebración.

Que todos podamos buscar lugares de integración descartando la descalificación del otro”.

MENSAJE DEL PAPA FRANCISCO.
Por su parte, el equipo de sacerdotes para las villas de emergencia difundió un comunicado con duros cuestionamientos a la gestión de Javier Milei, en el que criticaron especialmente “la ausencia del Estado” en los barrios populares.

En ese marco, advirtieron que cuando la integración urbana de esos barrios se abandona “las villas se favelizan, es decir, cristalizan formas urbanas tan inexpugnables como hacinadas e inhumanas” y añadieron que “ausencia del Estado es favelización, y la favelización es el caldo de cultivo de innumerables males de nuestra sociedad”.

Además cuestionaron que “lo que menos se puede desfinanciar es la alimentación de los más pobres” y advirtieron que “la ausencia del Estado en este tema está hipotecando el futuro”.

“¿Qué sentido tiene intentar ser potencia mundial dentro de 35 años, si aquí y ahora más de la mitad de los niños y jóvenes están por debajo de la línea de la pobreza, y se alimentan mal?”, se preguntaron y exclamaron: “¡No se pueden sacrificar dos generaciones por una promesa de dudoso cumplimiento! ¡No se pueden cerrar comedores en este momento, con tanto aumento de precios, con tanta gente perdiendo el trabajo! El hambre no es psicológico ni ideológico, no se combate con relato y redes”.

En el mismo sentido, durante su homilía en la misa, el arzobispo porteño García Cuerva cuestionó que “cincuenta años después seguimos chapoteando entre descalificativos y odios; chapoteamos en el barro de la corrupción; estamos acostumbrados a chapotear en el barro de los enfrentamientos constantes”.

En una dura crítica al gobierno de Milei, sostuvo: “Mientras los más pobres siguen chapoteando en el barro de las calles de sus barrios sin asfalto y sin un plan de urbanización porque estamos asistiendo a la discontinuidad de políticas públicas de integración de barrios populares, que habían sido logradas con el consenso de gobiernos de distintos signos políticos y representantes legislativos”.


“También nos hemos acostumbrado desde hace años a soportar la podredumbre de la inflación que es el impuesto de los pobres, y aguantamos el tufillo de dirigentes rápidamente muy ricos y gente trabajadora siempre muy pobre; hace rato que algo huele mal en la Argentina. La corrupción, el individualismo, el sálvese quien pueda, apestan, y casi que nos acostumbramos a vivir con esos males”, advirtió.

García Cuerva dijo luego que en la actualidad se vive en un mundo encantado “por las luces de la fama y el éxito pasajero”. “Las luces engañosas que nos dejan un poco ciegos y encandilados para no ver lo que realmente hay que ver: a los hermanos que, en sus vidas, toda luz se apagó, porque se apagó la esperanza”, continuó.

“Nos hemos acostumbrado a comer el pan duro de la desinformación y hemos terminado presos del descrédito, las etiquetas y la descalificación; hemos creído que el conformismo saciaría nuestra sed y hemos acabado bebiendo de la indiferencia y la insensibilidad”, advirtió el arzobispo porteño.