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Durante una reciente reunión con líderes africanos, el expresidente estadounidense Donald Trump protagonizó un momento incómodo al preguntarle al presidente de Liberia, Joseph Boakai, dónde había aprendido a hablar inglés "de forma tan hermosa". La pregunta reveló una notable ignorancia, ya que el inglés es el idioma oficial de Liberia, un país con profundos lazos históricos con Estados Unidos.

Un vínculo histórico ignorado

La historia de Liberia, ubicada en el oeste de África, está intrínsecamente ligada a la de Estados Unidos desde hace más de un siglo. En 1816, se fundó la Sociedad Americana de Colonización (ACS) en Washington D.C. con el propósito de repatriar a esclavos emancipados y sus descendientes.

Seis años después, la ACS designó un punto en África occidental como destino para estos emigrados. En julio de 1847, estos colonos fundaron la República de Liberia, la más antigua del África subsahariana. Su capital, Monrovia, fue nombrada en honor al presidente estadounidense James Monroe. Durante años, a los liberianos se les conocía en África como "americanos".

El sorprendente intercambio en la Casa Blanca

Este miércoles, Joseph Boakai viajó a Washington junto a otros cuatro presidentes de países de África occidental (francófonos en su mayoría): Bassirou Diomaye Faye (Senegal), Umaro Sissoco Embaló (Guinea Bisáu), Mohamed Ould Ghazouani (Mauritania) y Brice Oligui Nguema (Gabón).

Mientras Boakai dialogaba con los asistentes y con Trump, este último se mostró visiblemente sorprendido por el dominio del inglés de su interlocutor: "Gracias, ¡y qué buen inglés! ¿Dónde aprendiste a hablar de esta forma tan hermosa?". Continuó inquiriendo: "¿Dónde estudiaste? ¿En Liberia?".

Boakai, quien es educado en su país, donde el inglés es la lengua oficial, respondió simplemente: "Sí, señor". El presidente liberiano cursó estudios en la Universidad de Liberia, una de las más antiguas del continente, y también en Sierra Leona (otro país anglófono vecino), además de la Universidad Estatal de Kansas en Estados Unidos.

A pesar de la obvia explicación, Trump no pareció aplacar su perplejidad y, de forma sardónica, añadió: "Pero es muy interesante. Es un inglés hermoso. Hay personas en esta mesa que no hablan ni de cerca tan bien".

Este particular intercambio se dio en el contexto de un encuentro donde se discutían temas de importancia estratégica, como la explotación de minerales del África subsahariana y el Golfo de Guinea, zonas de gran interés para Estados Unidos y que los países africanos buscan proteger con creciente recelo.